miércoles, 13 de enero de 2016

El CONGRESO, CENTRO DE TRABAJO

    José Antonio Illanes

    El CONGRESO, CENTRO DE TRABAJO
    Esta mañana la panzerdivisionen mediática carga contra Carolina Bescansa por llevarse al niño al Congreso, ese sanctasanctórum de... la democracia moderna, templete custodio de las más sagradas tradiciones y virtudes patrias, ejemplo de honradez y transparencia, envidia del orbe civilizado. Todos a una como en Fuenteovejuna se oye el runrún de los panzer agitándose en la caverna, y lo que se oirá: el santísimo Congreso de los Diputados de España es un centro de trabajo. ¿Y qué madre lleva a su hijo al centro de trabajo? Ninguna. Es por tanto herejía, delito de lesa majestad. Relapsa impenitente. Horrendum monstrum Bescansa nomine. Flagelación pública, confiscación de bienes y hoguera. Fin de la cita.
    ¿Quién ha visto llevar a un niño al intachable Congreso? ¡Qué falta de respeto! Eso pasará en Congresos corruptos, como el de Italia, donde la diputada Ronzulli se llevó al suyo durante años clamando por la conciliación de la vida familiar y laboral, ¿pero en España? ¿En el Congreso español? El Congreso español es un centro de trabajo, y muy serio, coño, ¿a quién se le ocurre mentir en el centro de trabajo o jurar en falso? ¿Faltar cuando le dé la gana? ¿Robar y chulear a los dueños de la empresa? ¿Dormirse en plena faena si pica el sueño? ¿Patalear en el suelo para interrumpir? ¿Insultarse a voces? ¿Jugar al Candy Crush cuando habla el jefe? ¿Ponerse el sueldo y las vacaciones? ¿Abuchear en las reuniones? ¿Marcharse para no escuchar? ¿A que no? ¿A que a nadie se le ocurre hacer eso en un centro de trabajo? ¿Entonces a cuenta de qué llevar a un niño al Congreso? ¿Para faltar al respeto a la institución? Pues no. No te lo vamos a perdonar jamás, Carolina Bescansa, jamás.

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