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Texto: José Antonio Illanes.
Texto: José Antonio Illanes.
Fernando Parrilla posee el arte de equilibrar los instintos, de contenerlos, dosificarlos, administrarlos sabiamente en cada lienzo. Es un pintor de intuiciones, cabría decir que de clarividencias, que se mueve en el lienzo por impulsos íntimos y estímulos impredecibles, sin juicios previos ni reflexiones teóricas. Para él la pintura es una propensión natural, indeliberada, pero siempre en armonía con la belleza y el equilibrio.
Sus cuadros tienen ...la virtud de embrujar al espectador, de extraviarlo en un bosque onírico de formas insinuadas y colores turbadores. Cada cuadro de Parrilla es tan distinto como cada ser que lo contempla y tan igual como la especie humana. Una vez perdidos en ese denso follaje de colores y formas, cada cual halla lo que quiere hallar, busca lo que quiere buscar, ve lo que quiere ver. Es imposible desencantarse porque su arte conecta, subyuga y fuerza al espectador a buscar en el laberinto de sus intimidades, de sus quimeras, de sus múltiples realidades y mundos.
Los cuadros Parrilla poseen la virtud de adaptarse al corazón como un guante de seda, transmitiendo sensaciones desiguales conforme uno los contempla, trastornando la percepción, obligando al alma y a los sentidos a absorber lo que instintiva y puntualmente sienta, atesorando apreciaciones diversas para momentos emotivos distintos. Están siempre vivos, creciendo y mutando en el espacio sensorial de la visión, incitando al espectador a sentir y a perderse en su laberinto de colores y perfiles.
Lo que hoy es una forma criptográfica que incita a descifrar un enigmático mensaje, mañana será el perfil de unos labios entreabiertos o un sinuoso pez moviéndose hacia ninguna parte en un fondo marino de inusitadas tonalidades verdiazules, según lo que el alma quiera ver, según el mundo que le apetezca vivir. Parrilla juega con las formas y los colores y redimensiona la libertad. Exige ver en sus lienzos lo que cada cual quiera ver, obliga al perceptor a ser libre. Y es imposible pasar ante su obra y seguir el camino, el cromatismo está pensado y sentido para capturar.
El arte de Fernando Parrilla es el arte de quien ha crecido libremente en el universo de los instintos. Es un veterano cazador de espíritus y cada cuadro suyo una trampa hábilmente diseñada para capturar almas.
Sus cuadros tienen ...la virtud de embrujar al espectador, de extraviarlo en un bosque onírico de formas insinuadas y colores turbadores. Cada cuadro de Parrilla es tan distinto como cada ser que lo contempla y tan igual como la especie humana. Una vez perdidos en ese denso follaje de colores y formas, cada cual halla lo que quiere hallar, busca lo que quiere buscar, ve lo que quiere ver. Es imposible desencantarse porque su arte conecta, subyuga y fuerza al espectador a buscar en el laberinto de sus intimidades, de sus quimeras, de sus múltiples realidades y mundos.
Los cuadros Parrilla poseen la virtud de adaptarse al corazón como un guante de seda, transmitiendo sensaciones desiguales conforme uno los contempla, trastornando la percepción, obligando al alma y a los sentidos a absorber lo que instintiva y puntualmente sienta, atesorando apreciaciones diversas para momentos emotivos distintos. Están siempre vivos, creciendo y mutando en el espacio sensorial de la visión, incitando al espectador a sentir y a perderse en su laberinto de colores y perfiles.
Lo que hoy es una forma criptográfica que incita a descifrar un enigmático mensaje, mañana será el perfil de unos labios entreabiertos o un sinuoso pez moviéndose hacia ninguna parte en un fondo marino de inusitadas tonalidades verdiazules, según lo que el alma quiera ver, según el mundo que le apetezca vivir. Parrilla juega con las formas y los colores y redimensiona la libertad. Exige ver en sus lienzos lo que cada cual quiera ver, obliga al perceptor a ser libre. Y es imposible pasar ante su obra y seguir el camino, el cromatismo está pensado y sentido para capturar.
El arte de Fernando Parrilla es el arte de quien ha crecido libremente en el universo de los instintos. Es un veterano cazador de espíritus y cada cuadro suyo una trampa hábilmente diseñada para capturar almas.
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