¿Alguna vez te has preguntado si tus papás tienen la culpa de algo que te sucede en la vida? ¿Has enfrentado estas situaciones? Todos tenemos nuestros propios miedos, deseos y errores. Nuestros padres no nos pueden controlar más de lo que nosotros al viento. Sin embargo, somos este viento nos levanta y nos moldea alrededor de los ideales de las personas que nos criaron, y que repercuten para bien o para mal por el resto de nuestra vida.
Por mucho que tus padres sean dueños de sus propios problemas, muchos de sus hábitos y puntos de vista se basan en torno a las de la generación anterior. Se forman a partir de una edad temprana y en tu caso, se arraigan en ti como una banda sonora. Tus padres son tus guías espirituales por una buena parte de tu vida y pueden dejar algunas cicatrices graves que requerirán atención individual y mucha reflexión.
Por supuesto, esto no avergüenza a los padres. Los padres son la luz que guía todos necesitamos y debemos respetarlos en sumo grado.
Son personas que renunciaron a sus deseos, los sueños y la independencia para traernos a este mundo, poniendo nuestras necesidades antes que las suyas. Hicieron lo posible para resguardarse del mal y como dicen por ahí, “conducirnos por el camino del bien.”
Si ha pasado por tu mente ser padre o madre, debes tener en cuenta que jamás serás perfecto. – Nadie lo es - Lo mejor que podemos esperar es criar a nuestros hijos lo que consideremos como mejor.
Conforme pasa el tiempo, debemos respetar el hecho de que como nosotros, ellos encontrarán su camino y asumir que les dimos las herramientas y la sabiduría necesarias para prosperar sin nosotros a su lado.
Sin embargo, no hay forma de que nuestro historial, nuestro propio sesgo, se borre de ellos. En ese sentido, aquí están las cosas de las que siempre podrás culpar a tus padres:
Desilusión en el matrimonio
A menos que sus padres tenían un matrimonio perfecto, y sigan estando juntos desde el día que se conocieron, hay una gran posibilidad de que usted mires el matrimonio como algo bello o bien, como algo que produce un divorcio y que te hace pensar que el compromiso es fugaz y la separación inevitable.
La importancia de la educación
Alguien comentó alguna vez que jamás obligaría a su hijo a ir a la universidad. Que no es necesario tener un título para ser capaz de lograr cosas en la vida… Muchos elegimos ir universidad por gusto, otros por presión de los padres y una vez que terminas la carrera y no consigues trabajo de tu carrera sino de otras cosas, comienzas a pensar en las alternativas que hubieras tenido de no haber pasado tantas horas en una escuela.
Tu punto de vista político
Ya sea intencional o no, tus padres imparten opiniones políticas. Sus diatribas, su estación de noticias, sus conversaciones de sobremesa - todo te lleva a generar prejuicios y opiniones políticas que tienes hoy.
La inquebrantable confianza en la autoridad
Hemos sido educados para creer que cualquier persona con una identificación expedida por el gobierno debe ser justa y buena (al menos eso era antes)… Se supone que estas personas tienen gran interés por las personas, cuando en realidad, no son dignos de tu confianza.
Temor a romper reglas
Nuestros padres nos han llevado a creer que un horario de nueve a seis de la tarde es algo bueno. Pero si te atreves a llevar una vida lejos de horarios y trajes, es algo considerado como inaceptable y perezoso. La inventiva no se admite y las normas tradicionales son siempre correctas.
Tu fe en la religión
Por ahora, la mayoría de nosotros sabemos que la religión no es la luz que guía la moral que creíamos que era. En la raíz de casi todos los escándalos, la guerra y la controversia siempre está involucrada la religión. Cuanto antes dejemos de darle tanto poder, más pronto seremos libres.
Tus prejuicios
Cuando uno nace no conoce de prejuicios. Uno no nace con homofobia o creyendo que el matrimonio interracial es erróneo… Lamentablemente estos puntos de vista son sembrados por nuestros padres y la educación que recibieron por nuestros abuelos, es como un virus que se contagia de una persona a otra.
Tu aversión a Tener Hijos
¿Cómo vamos a querer tener hijos sabiendo lo desordenados que somos? ¿Realmente queremos traer niños a este mundo?
Tus malos hábitos alimenticios
No puedes controlar las preferencias de sus hijos en cuanto a la pizza sobre las verduras, pero puedes controlar la forma en la que comen. Los padres que dejan que sus hijos beban mucho refresco, están inculcando pésimos hábitos alimenticios que permanecerán con ellos toda la vida.
Tu falta de independencia
El control de los padres sobre-protectores puede (en cierta forma) tener buena intención. Pero muchas veces ese exceso de protección repercute en cómo vivimos cuando nos encontramos solos o tenemos la edad suficiente para independizarnos.
La incapacidad para tomar decisiones
Si tienes que llamar a tus padres cada vez que necesitas hacer algo: eres demasiado dependiente. Nuestros padres nos han inculcado un sentimiento de miedo, donde una decisión equivocada podría significar el fin del mundo.
Tu incapacidad financiera
Muchos padres dieron a sus hijos todo, ignorando el hecho de que en el mundo real, no van a poder comprar todo lo que quieren. Los malos hábitos de gastos y la incapacidad para hacer frente en el mundo real de las tarjetas de crédito y los impuestos, son sólo los tristes efectos de los excesos.
Tus malos genes
No importa si alguno de tus padres se hizo cirugía para lucir mejor… Aún traes sus genes y el hecho que que alguien esté operado no implica que tú serás “espectacular”.