MIGUEL ANGEL Toledano 10/03/2014
Arte. Juan Zafra, escultura. Generación Crisálida. Esxtáticos (sic). El arte, pensaba el emperador es el intento de reparar los errores del tiempo. Cada noche al acostarse Carlomagno hacía balance: arrojaba sus redes al mar y recogía palabras, imágenes, sueños. Aun en los tiempos más crueles. El emperador no era sabio, pero supo rodearse de sabios. Y escuchaba las llamadas. Hoy atiendo una de esas llamadas a las que no podemos renunciar. Una llamada luminosa. Y lo hago acercándome a la exposición de Juan Zafra en el centro de arte Carmen del Campo, abierta hasta finales de marzo. Nada que decir de un escultor con tan vasta y enorme trayectoria, así que entro directamente a contemplar, a detener el tiempo que me detiene a mí con su belleza desde estas figuras nada quiescentes y llenas de plasticidad que nos reclaman.
Y para esta primera visita, abro bien los ojos y los pulsos y me adentro tras las propias reflexiones del autor en un impresionante catálogo que, al cuidado de Pilar Zafra, nos ofrecen el verdadero discurso del gusto y de todo el proceso creador. Y paso y me recibe el Tiempo encasillado. 3x3 rostros de barro sobre un amarillo cálido y 2 campanitas al lado de cada oído. A veces te camuflas ágilmente, a veces no advierto claramente tu apariencia, qué relación mantienes con mi espacio, ¿hasta dónde llegará nuestra entereza? ¿Hasta cuándo nuestra paciencia? Y La llamada: brazo. "La reflexión de un tiempo vacío pedía un brazo, una cuerda para un sonar de utopías en futuro. Se lo di. Le puse una cuerda para que oyeses su sonido". Y desde la pared 7 bifrontes en grito --Terracota , madera e hilo dorado-- claman desde el cielo la dureza de este tiempo carcomido. Gestos de dolor, catorce bocas, en grito endurecido, no consiguen taladrar oídos taponados, inertes, sometidos a sones blandos, a sentidos que parecen ausentes, distraídos. No hay respuesta ante los gritos.
La cámara enfoca Tres bifrontes en actitud crisálida. Habla el autor: A una generación que vislumbró el futuro no lograrán forzarla a renunciar a principios tan indeleblemente forjados en esfuerzo. No conseguirán aunque persistan dejarnos sin nuestros más valiosos sueños. Caminamos unos pasos hasta la imagen Generación crisálida. Terracota, madera y vidrio. Es el alma de la muestra. De un hilo dorado pende el presente, latiendo, estático ante el viento, oscilando en un ir y venir perenne. Palabras: Varado me transformé, me cubrí de seda, tersa y fuerte, me hice brillante, bello, para soportar con entereza sus vaivenes. Pero ¿hasta cuándo este movimiento que solo me hace mirar en un sentido sin poder atisbar lo que me viene? Espero, sigo esperando esperanzado. Hasta cuándo. Las figuras, envueltas en un magnetismo lumínico y sensorialmente purísimo, observan un gentío de seres extasiados que transita por este tiempo canalla, lineal, mediocre y plano. Esxtáticos (pasado) (sic). No saber dónde. No saber cómo, no saber cuándo. Solos, ensimismados, distraídos, absortos, recluidos, vueltos a sus adentros, a su ombligo, se preguntan, nos preguntan. Cuando la injusticia se hace ley, la rebelión se convierte en deber. Thomas Jefferson. Vuelve la llamada. Escultura. Juan Zafra. Imponente.
* Profesor de Literatura
Arte. Juan Zafra, escultura. Generación Crisálida. Esxtáticos (sic). El arte, pensaba el emperador es el intento de reparar los errores del tiempo. Cada noche al acostarse Carlomagno hacía balance: arrojaba sus redes al mar y recogía palabras, imágenes, sueños. Aun en los tiempos más crueles. El emperador no era sabio, pero supo rodearse de sabios. Y escuchaba las llamadas. Hoy atiendo una de esas llamadas a las que no podemos renunciar. Una llamada luminosa. Y lo hago acercándome a la exposición de Juan Zafra en el centro de arte Carmen del Campo, abierta hasta finales de marzo. Nada que decir de un escultor con tan vasta y enorme trayectoria, así que entro directamente a contemplar, a detener el tiempo que me detiene a mí con su belleza desde estas figuras nada quiescentes y llenas de plasticidad que nos reclaman.
Y para esta primera visita, abro bien los ojos y los pulsos y me adentro tras las propias reflexiones del autor en un impresionante catálogo que, al cuidado de Pilar Zafra, nos ofrecen el verdadero discurso del gusto y de todo el proceso creador. Y paso y me recibe el Tiempo encasillado. 3x3 rostros de barro sobre un amarillo cálido y 2 campanitas al lado de cada oído. A veces te camuflas ágilmente, a veces no advierto claramente tu apariencia, qué relación mantienes con mi espacio, ¿hasta dónde llegará nuestra entereza? ¿Hasta cuándo nuestra paciencia? Y La llamada: brazo. "La reflexión de un tiempo vacío pedía un brazo, una cuerda para un sonar de utopías en futuro. Se lo di. Le puse una cuerda para que oyeses su sonido". Y desde la pared 7 bifrontes en grito --Terracota , madera e hilo dorado-- claman desde el cielo la dureza de este tiempo carcomido. Gestos de dolor, catorce bocas, en grito endurecido, no consiguen taladrar oídos taponados, inertes, sometidos a sones blandos, a sentidos que parecen ausentes, distraídos. No hay respuesta ante los gritos.
La cámara enfoca Tres bifrontes en actitud crisálida. Habla el autor: A una generación que vislumbró el futuro no lograrán forzarla a renunciar a principios tan indeleblemente forjados en esfuerzo. No conseguirán aunque persistan dejarnos sin nuestros más valiosos sueños. Caminamos unos pasos hasta la imagen Generación crisálida. Terracota, madera y vidrio. Es el alma de la muestra. De un hilo dorado pende el presente, latiendo, estático ante el viento, oscilando en un ir y venir perenne. Palabras: Varado me transformé, me cubrí de seda, tersa y fuerte, me hice brillante, bello, para soportar con entereza sus vaivenes. Pero ¿hasta cuándo este movimiento que solo me hace mirar en un sentido sin poder atisbar lo que me viene? Espero, sigo esperando esperanzado. Hasta cuándo. Las figuras, envueltas en un magnetismo lumínico y sensorialmente purísimo, observan un gentío de seres extasiados que transita por este tiempo canalla, lineal, mediocre y plano. Esxtáticos (pasado) (sic). No saber dónde. No saber cómo, no saber cuándo. Solos, ensimismados, distraídos, absortos, recluidos, vueltos a sus adentros, a su ombligo, se preguntan, nos preguntan. Cuando la injusticia se hace ley, la rebelión se convierte en deber. Thomas Jefferson. Vuelve la llamada. Escultura. Juan Zafra. Imponente.
* Profesor de Literatura