Y precisamente para este nuevo futuro que ahora empieza a vislumbrarse, las empresas tienen que emprender un cambio de mentalidad. Una parte significativa de la mortalidad del tejido productivo español está directamente relacionada con la ausencia de una planificación financiera adecuada, ante una crisis de una duración y gravedad inesperadas. La progresiva reducción del número de entidades financieras operando en nuestro país, las pérdidas recurrentes que sufre el sector financiero y, por último, las exigencias que conlleva la entrada en vigor de Basilea III, que obligará a mejorar los ratios de liquidez, capital y endeudamiento, deben hacer comprender a las compañías que la esperada reapertura del grifo de crédito no llegará ni mucho menos al caudal previo al estallido de la crisis.
El mundo ha cambiado, los mecanismos de financiación también y las empresas tienen la obligación de aprovechar las nuevas oportunidades que se les ofrecen. En este sentido, el Gobierno le ha dado un impulso decidido al MARF (Mercado Alternativo de Renta Fija), acometiendo reformas legales necesarias de una forma relativamente rápida. El propio ministro de Economía, Luis de Guindos, cristalizó el respaldo público al MARF con su participación en un acto celebrado el pasado 7 de octubre en el Palacio de la Bolsa de Madrid. Ahora es el momento de que las compañías reflexionen y exploren las posibilidades de esta tercera vía que oportunamente se les abre. Emitir deuda en el MARF conllevará sus obligaciones, pero las ventajas que aportará compensan sobradamente los posibles peajes a pagar.
El interés exigido para poder financiarse vía MARF no será sustancialmente inferior al que se podría obtener en un crédito bancario. Pero hay otras ventajas que conviene tener en cuentaEl MARF es un sistema multilateral de negociación regulado y sometido a supervisión que simplifica y abarata los requisitos para la emisión de títulos de deuda, convirtiéndose así en el vehículo ideal para las empresas de tamaño medio. Hasta la fecha, no era viable emitir deuda por debajo de un volumen de aproximadamente 250 millones de euros, debido a los elevados costes de estructuración, bancos colocadores, abogados, auditorías y demás gastos que conlleva una operación de este tipo. Apelar al mercado tiene sus contrapartidas, las empresas se ven sometidas a la exposición pública, a una estricta disciplina financiera y a un régimen de transparencia contable. Pero todos estos condicionantes constituyen en la práctica unas obligaciones bienvenidas que conducirán a la compañía a una gestión más eficaz y con mayores posibilidades de éxito. Son pautas de conducta que ayudan a mejorar la imagen corporativa y benefician la relación con clientes y proveedores.
Es cierto que el interés exigido para poder financiarse vía MARF no será sustancialmente inferior al que se podría obtener en un crédito bancario. Pero hay otras ventajas que conviene tener en cuenta: en primer lugar, la emisión de deuda hará factible financiarse a más largo plazo de lo que actualmente permiten las escasas líneas de crédito que se conceden. Esperamos que las primeras emisiones tengan vencimientos entre tres y cinco años, pero no descartamos que los plazos puedan ser incluso mayores. En segundo término, la amortización de los títulos de deuda se hará a vencimiento, sin exigir pagos parciales, como ocurre habitualmente con los créditos corporativos. Por último, la emisión de deuda permite captar recursos manteniendo el control íntegro de la dirección, algo que es esencial. Ya no será necesario tener que recurrir, por ejemplo, a traer a la sociedad a un nuevo accionista, que vendrá con sus exigencias particulares, o verse obligado a aceptar los rígidos covenants de un préstamo bancario, que a menudo son muy intrusivos en la gestión del flujo de caja y de la empresa en general.
Si las ‘blue chip’ han visto una ventana de oportunidad, ¿por qué no va a aprovechar la ocasión el resto del parque empresarial español? En algunos foros se señala al MAB (Mercado Alternativo Bursátil) como el precedente inmediato de un mercado destinado a empresas de tamaño medio y que supuestamente ha resultado ser un fracaso. La pregunta que se hacen es ¿por qué va a ser diferente con el MARF? Partiendo ya del hecho de que es más que cuestionable tildar de fiasco un mercado que ha conseguido atraer a 23 empresas en un momento extraordinariamente difícil, hay diferencias sustanciales entre el MAB y el MARF. El perfil de inversor de renta fija es por definición conservador, con un objetivo de retorno menor que el de bolsa y, en particular, que el de mercados de poca capitalización como es el MAB, de carácter eminentemente especulativo. Lo que buscan primordialmente los inversores de renta variable son empresas con un crecimiento rápido que pueda impulsar la revalorización de las acciones; en renta fija, los inversores apuestan por empresas maduras y con un historial sólido de generación de caja. Los objetivos y horizontes de ambos mercados son, en definitiva, completamente distintos.
Por otra parte, hay un hecho incuestionable: el volumen de emisión de deuda realizado por parte de las grandes empresas se ha multiplicado de manera exponencial en los últimos dos años hasta alcanzar niveles récord. Si las blue chip han visto una ventana de oportunidad, ¿por qué no va a aprovechar la ocasión el resto del parque empresarial español? Los medios ya están puestos a su disposición. Ahora sólo falta dar el paso.
*Santiago Martin es director general de AXESOR.