En un antiguo
edificio cordobés del S. XVI que en sus comienzos fue un convento de Carmelitas
Descalzos, una limpiadora anónima se afana en su trabajo en la última planta del
edificio durante una calurosa noche. El edificio es enorme y dada su antigüedad,
a lo largo de su vida útil el hombre le ha dado diversas utilidades desde su
primitivo origen como convento. En 1804 abrió sus puertas para que su
impresionante claustro barroco del S. XVII sirviera de lazareto y hospital de
convalecientes de la fiebre amarilla, pero el hecho que empieza a marcar la
historia de este viejo edificio hay que buscarlo un 7 de junio de 1808, en plena
guerra de la Independencia contra las tropas invasoras francesas de Napoleón.
Ese día, el general Dupont, famoso por cagarla un mes después en la batalla de
Bailén contra las tropas del general Castaños, en lo que supuso la primera
derrota campal en la historia del ejército napoleónico, ordena tomar Córdoba a
cualquier precio. Los franceses apostados en la Cuesta de la Pólvora, fríen a
cañonazos la ciudad amurallada para después, con el empuje que caracteriza a los
gabachos, tomar la ciudad a sangre y fuego.
La población civil se
refugia en iglesias y conventos en un intento a la desesperada de sobrevivir a
la brutalidad del ejército invasor pero el suelo sagrado no calma la sed de
botín y sangre de los franceses y los templos son asaltados, saqueados,
destruidos y quemados, las mujeres ultrajadas y los hombres pasados por el
hierro. Nuestro convento del Carmen, por su cercanía con la Cuesta de la Pólvora
y la Puerta Nueva, fue uno de estos templos mancillados que más sufrió.
Tras la derrota y posterior expulsión de los
franceses, el edificio protagonista de esta historia, usado por los gabachos
como cuartel y cuadras, es reconstruido y acondicionado, convirtiéndose después
de la Desamortización en sanatorio de tuberculosos, hospital materno-infantil,
psiquiátrico, hospicio y, posteriormente, hospital militar durante la Guerra
Civil. La tragedia y el sufrimiento han marcado la vida de este vetusto edificio
desde aquella fatídica mañana de 1808 hasta que en 1980, la Universidad de
Córdoba decide emplearlo como facultad de Derecho y Ciencias Económicas y
Empresariales.
Nuestra anónima
limpiadora sigue avanzando con el mocho a lo largo del pasillo de la última
planta del viejo edificio de la facultad de Derecho, ajena a toda esta espantosa
historia de calamidades escondida para siempre entre sus gruesos muros. Tiene
otras cosas mejores en las que pensar. La primaveral noche cordobesa es cálida
pero la despreocupada limpiadora percibe que la temperatura está bajando, lo que
agradece con una ligera sonrisa. Deja aparcada la fregona junto al cubo y
encamina sus pasos hacia zona de la Cátedra de Derecho Penal. Con sus ligeras
zapatillas deportivas, camina casi sin hacer ruido por el pasillo con un paño y
un bote limpiador multiusos en las manos. En sus brazos desnudos y en sus
mejillas percibe que la temperatura ambiente sigue bajando hasta convertir ese
agradable frescor en un frío inquietante. Achaca la súbita bajada de temperatura
a algún tipo de corriente de aire que viene desde el claustro hasta el interior
del viejo edificio. Piensa en su fina rebeca de punto olvidada en el maletero de
su coche y no le da más importancia al asunto, llevando de nuevo su mente a ese
lugar donde la imaginación de las personas que desempeñan un trabajo solitario y
monótono, acude para evadirse de la rutinaria realidad diaria.
Una especie de
susurro o lamento la devuelve a la realidad. No, no. No ha sido nada. Es esa
dichosa corriente de aire que viene del claustro, piensa. El sonido ahora es más
audible y se convierte con claridad en un llanto de pena desgarrador. La
limpiadora mira al fondo, hacia la tenue claridad del largo pasillo pero no
observa nada fuera de lo común. Es al volver la vista atrás cuando queda
paralizada por el terror. A veinte pasos de ella, la luminosa figura descalza de
una mujer de rostro ceniciento y largos cabellos negros, llora
desconsoladamente. Va vestida con un antiguo camisón blanco sacado de otra época
y una vela encendida en su mano derecha pero lo que realmente hiela la sangre de
la limpiadora, más allá de las oscuras manchas sanguinolentas que salpican el
largo camisón, son sus desgarradores sollozos desconsolados, lamentándose por la
prematura muerte de su pequeño recién nacido.
Son famosas las
historias de sucesos paranormales en el viejo edificio de la Facultad de Derecho
y Ciencias Económicas de la Universidad de Córdoba. Leyendas e historias sobre
fenómenos, fantasmas y espíritus como la que acabo de relatar que por cierto,
aunque he novelado la historia, ocurrió en realidad, se han sucedido desde que
en 1980 se inauguró su uso docente. Se dice que la facultad está habitada mínimo
por un fantasma, aunque se cuenta que puede haber hasta tres entes vagando por
sus pasillos: la desconsolada mujer del camisón, el espíritu de un viejo
profesor que encontró la muerte impartiendo clase a causa de un repentino
infarto y por último, un soldado. Hay testigos directos de la presencia del
viejo profesor. Los testimonios coinciden en que es un hombre de baja estura, de
cierta edad, con una poblada barba gris y un rostro distante y pensativo. Ha
sido visto tanto en la cafetería como en los servicios. El soldado también ha
manifestado su presencia en los alrededores de la iglesia del Carmen Descalzo,
dentro del recinto de la facultad. Este es más agresivo que los otros dos. Rompe
cristales mientras grita “te voy a matar” y otras lindezas, aunque el más activo
de los tres es el profesor.
Las apariciones de
estos entes son la punta del iceberg de unos fenómenos paranormales que se han
sucedido a lo largo de todos estos años. Muchos vigilantes de seguridad se
niegan a prestar sus servicios nocturnos en este lugar. Dicen que en sus turnos
han oído ruidos de pasos inexplicables y han sentido a su lado extrañas
presencias. Algunos trabajadores del centro relatan que han visto cosas que
nadie se puede imaginar como fotocopiadoras que se ponen súbitamente en
funcionamiento estando desenchufadas, movimiento de muebles sin que medie la
acción humana, anomalías eléctricas de todo tipo, descensos de temperatura,
luces que se encienden y se apagan sin motivo aparente… una señora de la
limpieza huyo de pánico cuando a eso a de las seis de la mañana subió unas
sillas a una mesa, se giró un instante y tras volverse vio de nuevo todas las
sillas en el suelo.
La noticia de estos
sucesos inexplicables llegó a oídos de José Luis Tajada y Gema Moreno,
integrantes del programa radiofónico Al otro lado. Intrigados por los
relatos que pudieron recabar, pidieron permiso al rectorado de la Universidad de
Córdoba para, junto con otras personas, pasar allí una noche con el propósito de
averiguar algo más sobre el fenómeno. La noche del 17 al 18 de julio de 1998,
José Luis Tajada y Gema Moreno junto con su equipo pernoctan en el antiguo
convento de los Carmelitas Descalzos. Aquella noche ocurre de todo: ruidos
extraños, luces que se encendían y apagaban solas, baterías y pilas de máquinas
fotográficas e instrumental que se agotan en segundos, llamadas de teléfono a
las centralitas de la facultad… De las 300 fotografías que hacen, más de 200
salen veladas y de todas las psicofonías que toman solo sobrevive una porque es
guardada en el disco duro de un ordenador portátil, ya que las cintas
magnetofónicas se borran inexplicablemente. Al principio los investigadores no
entienden las palabras que oyen en ese registro psicofónico. Solo cuando
reproducen la grabación al revés es cuando escuchan claramente en el registro
una voz que dice “os voy a matar”. En el portal www.ivoox.com
encontraréis muchas referencias a este suceso e incluso podréis escuchar la
famosa psicofonía. También Iker Jiménez ha tratado el tema en sus programas de
radio y televisión.
Hoy día, el recinto
de la Facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba es uno de los mayores
exponentes de la fenomenología paranormal. La espectacularidad de los sucesos
acaecidos entre sus antiguas paredes y el pasado tenebroso que lo envuelve, han
logrado con mérito incluir este antiguo edificio en la lista de los inmuebles
más inquietantes de España. ¿Seríais capaces de pasar una noche en él?
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