Queridas y queridos compañeras y compañeros, Técnicos en Emergencias:
Soy enfermera. La misma que hace un tiempo, a través de este mismo medio, os transmitió unas palabras de agradecimiento que quizás recordéis.
Tras las desafortunadas palabras del Colegio de Enfermería de Almería y el Sindicato SATSE de Almería, somos muchos los profesionales de Enfermería que no estamos de acuerdo con ellos.
Cuando leí por primera vez el desafortunado comunicado, me enfadé. Y mucho. Los que me conocen, lo saben bien. Pero en realidad siento pena. Mucha pena. Me siento triste porque “los que dicen que nos representan”, no tienen ni la menor idea del trabajo en equipo, ni del gran apoyo que sois los técnicos en emergencias para los enfermeros. Me apena que no sepan todo lo que puede llegar a pasar un equipo de atención prehospitalaria en la calle, en el asfalto, en las cunetas de las carreteras, en un domicilio donde acaba de haber violencia de género…
No tienen ni idea de lo que significa mirar al técnico y que te vaya purgando el suero, sin tu haberle dicho nada. No tienen ni idea de lo que es que aparezca un dedo cuando estás poniendo una vía y te la fije mientras sacas sangre para la analítica (alguno recordará como en las primeras guardias siempre manchaba las sábanas de la camilla. ¡Lo siento! Gracias a ti, aprendí a hacerlo bien.)
Aquellos que no os valoran, desconocen lo que es un: “¡compi voy de pie!” porque vas a cambiar el suero, o un “¡resalto!”, o un “¿cómo vais?” desde la cabina del conductor…
Aquellos que se jactan de que “tomáis constantes”, no saben lo que es tener dos manos en un accidente de tráfico, o en un domicilio donde tienes una persona en shock y los enfermeros, sólos, no podríamos tomar todas las constantes en el menor tiempo posible.
Tampoco sabrán lo que es el apoyo psicológico a una madre que ha visto ponerse cianótico a su bebé, que dejó de llorar y, poco después, dejó de respirar. No saben, que quizás mientras el enfermero y el médico intentan lo imposible por salvarle la vida al bebé, el técnico tiene su mano en el hombro de la madre. O incluso, la está abrazando. He visto a más técnicos “salvar” más vidas con unas simples palabras, un simple gesto, o una simple caricia, que a muchos enfermeros “salvar” vidas poniendo vías.
Quizás tampoco sepan que, por desgracia, a veces vais solos en la ambulancia. Sí, solos. No hay recursos, están ocupados. Y a veces tenéis que ingeniároslas para poner un collarín. Sí, un TES, solo. O bajar desde un noveno sin ascensor a un señor de 120 kg. Si es vuestro día de suerte lleváis la evac-chair…
Pero quizás, las personas que no os valoran nunca entenderán estas palabras, porque tampoco estuvieron con vosotros, codo a codo, bajo la lluvia, montando un hospital de campaña.
Por todo ello, sólo quería volver a daros las GRACIAS. Un “gracias” inmenso por todo lo que me habéis enseñado. Y enseñarme con tanta paciencia. Porque si algún día, por desgracia no puedo dedicarme a esto, jamás olvidaré la sonrisa que os sale cuando os espero en el portal mientras bajáis con la silla al paciente, y tengo la camilla preparada. Porque eso, bajar y subir la camilla de la ambulancia, me lo enseñasteis vosotros. Gracias por enseñarme ese trabajo en equipo que otros no comprenden.
Gracias por esa mano en el hombro cuando notáis que se acelera mi frecuencia respiratoria. Gracias por ese “detrás de mí” en un domicilio… sospechoso. Gracias por tantos sueros purgados, tanto material listo sin tener que deciros nada. Gracias por esas miradas reconfortantes de “lo estás haciendo bien, tranquila”. Gracias por tantos cafés, aunque la mayoría de las veces nos los dejamos a medias y otras nos lo tomamos frío.
Gracias por demostrar día a día con vuestro trabajo y esfuerzo lo IMPRESCINDIBLES que sois para la sanidad. Gracias por ser tan humanos, tan cercanos.
Gracias por ser Técnicos en Emergencias.
Soy enfermera. La misma que hace un tiempo, a través de este mismo medio, os transmitió unas palabras de agradecimiento que quizás recordéis.
Tras las desafortunadas palabras del Colegio de Enfermería de Almería y el Sindicato SATSE de Almería, somos muchos los profesionales de Enfermería que no estamos de acuerdo con ellos.
Cuando leí por primera vez el desafortunado comunicado, me enfadé. Y mucho. Los que me conocen, lo saben bien. Pero en realidad siento pena. Mucha pena. Me siento triste porque “los que dicen que nos representan”, no tienen ni la menor idea del trabajo en equipo, ni del gran apoyo que sois los técnicos en emergencias para los enfermeros. Me apena que no sepan todo lo que puede llegar a pasar un equipo de atención prehospitalaria en la calle, en el asfalto, en las cunetas de las carreteras, en un domicilio donde acaba de haber violencia de género…
No tienen ni idea de lo que significa mirar al técnico y que te vaya purgando el suero, sin tu haberle dicho nada. No tienen ni idea de lo que es que aparezca un dedo cuando estás poniendo una vía y te la fije mientras sacas sangre para la analítica (alguno recordará como en las primeras guardias siempre manchaba las sábanas de la camilla. ¡Lo siento! Gracias a ti, aprendí a hacerlo bien.)
Aquellos que no os valoran, desconocen lo que es un: “¡compi voy de pie!” porque vas a cambiar el suero, o un “¡resalto!”, o un “¿cómo vais?” desde la cabina del conductor…
Aquellos que se jactan de que “tomáis constantes”, no saben lo que es tener dos manos en un accidente de tráfico, o en un domicilio donde tienes una persona en shock y los enfermeros, sólos, no podríamos tomar todas las constantes en el menor tiempo posible.
Tampoco sabrán lo que es el apoyo psicológico a una madre que ha visto ponerse cianótico a su bebé, que dejó de llorar y, poco después, dejó de respirar. No saben, que quizás mientras el enfermero y el médico intentan lo imposible por salvarle la vida al bebé, el técnico tiene su mano en el hombro de la madre. O incluso, la está abrazando. He visto a más técnicos “salvar” más vidas con unas simples palabras, un simple gesto, o una simple caricia, que a muchos enfermeros “salvar” vidas poniendo vías.
Quizás tampoco sepan que, por desgracia, a veces vais solos en la ambulancia. Sí, solos. No hay recursos, están ocupados. Y a veces tenéis que ingeniároslas para poner un collarín. Sí, un TES, solo. O bajar desde un noveno sin ascensor a un señor de 120 kg. Si es vuestro día de suerte lleváis la evac-chair…
Pero quizás, las personas que no os valoran nunca entenderán estas palabras, porque tampoco estuvieron con vosotros, codo a codo, bajo la lluvia, montando un hospital de campaña.
Por todo ello, sólo quería volver a daros las GRACIAS. Un “gracias” inmenso por todo lo que me habéis enseñado. Y enseñarme con tanta paciencia. Porque si algún día, por desgracia no puedo dedicarme a esto, jamás olvidaré la sonrisa que os sale cuando os espero en el portal mientras bajáis con la silla al paciente, y tengo la camilla preparada. Porque eso, bajar y subir la camilla de la ambulancia, me lo enseñasteis vosotros. Gracias por enseñarme ese trabajo en equipo que otros no comprenden.
Gracias por esa mano en el hombro cuando notáis que se acelera mi frecuencia respiratoria. Gracias por ese “detrás de mí” en un domicilio… sospechoso. Gracias por tantos sueros purgados, tanto material listo sin tener que deciros nada. Gracias por esas miradas reconfortantes de “lo estás haciendo bien, tranquila”. Gracias por tantos cafés, aunque la mayoría de las veces nos los dejamos a medias y otras nos lo tomamos frío.
Gracias por demostrar día a día con vuestro trabajo y esfuerzo lo IMPRESCINDIBLES que sois para la sanidad. Gracias por ser tan humanos, tan cercanos.
Gracias por ser Técnicos en Emergencias.
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