Un matrimonio brasileño con seis hijos, es el centro de atención porque tres de ellos son albinos y los restantes son de tez trigueña. Eso provocó mucha suspicacia e infinidad de comentarios maliciosos en gran parte de la población.
En Brasil, un
matrimonio con seis hijos acapara la atención por una situación
atípica. Sucede que tres de los chicos son albinos y los otros son de
tez trigueña, y eso ha generado todo tipo de comentarios suspicaces y
también malintencionados.
Cuando Rosamere Fernanda de Andrade tuvo a su primera hija, notó que algo no estaba bien, y no entendía como la niña podía tener piel blanca, ojos azules y cabello rubio. Pero después los médicos explicaron que la pequeña Ruth sufría de albinismo, una enfermedad genética.
La señora Andrade tuvo tres niños más, que tienen el mismo color de piel de ellos y dos más que son albinos. Y contó lo difícil que resultó al principio sobrellevar esta notable diferencia.
“Cuando nació mi primera hija, la familia de mi esposo Joao dudó que la pequeña sea hija de él, y eso me hizo sentir muy mal. Yo tampoco entendía qué es lo que pasó. Por si quedaba alguna duda, cuando llegaron los otros dos, entendieron claramente que se trataba de un problema genético como nos dijeron los especialistas”, expresó Rosamere
“Mi vida por momentos es muy difícil, antes la mirada de la gente me pesaba mucho, y me ponía muy triste, hoy ya es un tema menor y casi sin importancia. Lo que si cuesta es la convivencia de mis hijos. Los niños albinos requieren de cuidados extremos que los otros no, pero no me gusta hacer diferencias, ni que ellos se sientan distintos”, agregó la mamá de los chicos.
Cuando Rosamere Fernanda de Andrade tuvo a su primera hija, notó que algo no estaba bien, y no entendía como la niña podía tener piel blanca, ojos azules y cabello rubio. Pero después los médicos explicaron que la pequeña Ruth sufría de albinismo, una enfermedad genética.
La señora Andrade tuvo tres niños más, que tienen el mismo color de piel de ellos y dos más que son albinos. Y contó lo difícil que resultó al principio sobrellevar esta notable diferencia.
“Cuando nació mi primera hija, la familia de mi esposo Joao dudó que la pequeña sea hija de él, y eso me hizo sentir muy mal. Yo tampoco entendía qué es lo que pasó. Por si quedaba alguna duda, cuando llegaron los otros dos, entendieron claramente que se trataba de un problema genético como nos dijeron los especialistas”, expresó Rosamere
“Mi vida por momentos es muy difícil, antes la mirada de la gente me pesaba mucho, y me ponía muy triste, hoy ya es un tema menor y casi sin importancia. Lo que si cuesta es la convivencia de mis hijos. Los niños albinos requieren de cuidados extremos que los otros no, pero no me gusta hacer diferencias, ni que ellos se sientan distintos”, agregó la mamá de los chicos.