Amigo Jose:
Hoy me he re-encontrado con el redil y aún siguen las mismas ovejas,
las puñeteras se han comprado collares nuevos e incluso, he sentido la
sensación de que el rebaño ha crecido. A algunas las he tenido tan de
frente que he dudado si debía salir corriendo porque veía en sus
reflejos un tufo de complejo botinero: no es que estén luchando por
vivir bien y darle a los suyos los que necesitan, qué vá, ahora
coleccionan papeles en los bancos rescatados, ahora, quieren una
serie de objetos que no sé para que sirven; se llamaban AUDIS, y en el
aparcamiento, había casi cien repetidos. En un edificio que fué hospital
de la sangre o de las cinco llagas estaban los nuestros, los suyos, los
de los otros. Me encontré en un lugar mágico pero donde sólo te
encontrabas con guardias de seguridad que te atienden muy bien y te
hablan de usted: me han llamado mas de seis veces Señor, y me he quedado
sorprendido porque el Señor está en las iglesias y los sacan en Semana
Santa.
En ese gran edificio, todos van a pedir pero siempre les dán a los mismos.
Aunque defiendas la causa más justa, si estás del lado de los
necesitados, te miran muy extraño y han aprendido unas cuantas de
palabras que repiten constantemente: CRISIS, NO TENEMOS PRESUPUESTO, NO
SABES COMO NOS ESFORZAMOS PERO NO NOS LLEGA...todos, absolutamente
todos, sólo saben decir eso, y cuando les hablas que como LUTHER KING
has tenido un sueño, te contestan que los sueños jamás se cumplen porque
son visiones sacadas de contexto y que cambies de medicación.
Pero
lo peor de todo, es que percibes la sensación de que tienes que
agradecerles algo invisible, intactable: sus oídos, el haber perdido su
tiempo escuchando las locuras de un pecador creativo, pero eso sí, son
muy educados; te siguen llamando señor.
Y te enteras que un amigo
que regenta una casa parecida pero en un pueblo, cobra dobles sueldos,
comisiones por ventas, por adquisiciones. Y mi problema compañero, es
que no soy investigador privado y no sabes donde están las pruebas; yo
que me creía un conocedor de los colores, no he visto ninguno limpio
para poder dar una pincelada con fuerza, pero a ellos les gusta lo que
dices, lo que haces, lo que pintas, lo que hablas y hasta lo que
escribes; aunque me temo que esto no les vá a gustar mucho, pero cuando a
un trabajador nato con las espaldas rotas a pedacitos no se le
entiende, ni tan siquiera los que él creía tener a su lado, te dá una
bajona o un subidón y puede que me haya vuelto un cani; deducción?
TIENEN QUE CAMBIAR DE CAMELLO.
Siempre en la lucha,