Fue el choque que nunca ocurrió, el momento de peligro que pudo haber salvado al Titanic.
La carta del 11 de abril de 1912 del ingeniero en jefe del Titanic Joseph Bell a su hijo mayor describe cómo, el día antes, la corriente de la hélice resultó tan poderosa que desprendió a otras dos embarcaciones de sus amarres en Southampton. Uno de los barcos, llamado New York, casi choca con el Titanic.
No hubo daños pero parecía preocupante en el momento", escribió Bell tres días antes de que él y más de mil 500 personas murieran en el naufragio.