MIGUEL ANGEL Toledano 29/09/2014
Todo sucede en el lenguaje, incluidos los silencios. Abro
hoy así al recordar no los años, los siglos en que Luis de Góngora fue
considerado un poeta oscuro, los tiempos en que ni siquiera fue
considerado. Parece que no nos queda memoria. Pensar que Góngora siempre
fue el grandísimo poeta que es y no recordar tantos años de
desconocimiento, de analfabetismo literario, de silencio y olvido es
como creer que la historia, el arte o la literatura, que la vida siempre
son justas. Lo dicen quienes tampoco recuerdan nada de lo ocurrido con
el autor de El Lazarillo, con Fernando de Rojas, Juan de la Cruz, Teresa
de Avila o Fray Luis. No podemos olvidarlo, señores, esta es la España
de Miguel de Cervantes y el libro de los silencios permanece abierto.
Solo hasta que los poetas de la desde entonces llamada Generación del 27
se reúnen, no en Córdoba sino en Sevilla, para hacer un acto de
relevancia, reclamando la calidad sin aristas del poeta cordobés, no se
recuperan ciertas páginas de la mejor poesía española.
Y
una de las causas del desconocimiento, decían, era su oscuridad. Desde
Garcilaso de la Vega ya se afirmaba --como ha recordado hace muy poco el
profesor Rico-- que a sus versos había que entrar con antorchas para
entenderlos. El único problema que se nos plantea es que si damos de
baja a los poetas oscuros que ha habido desde entonces, nos quedaríamos
sin poesía. Directamente. La poesía permite interiorizar la historia en
lenguaje poético, y eso consiste en creación y revelación, no en
información. Entre el entorno y el lenguaje, yo me quedo con el primero,
pero sobre todo con el lenguaje. Decía Claudio Rodríguez, uno de los
grandes de la segunda mitad del XX, que más que lenguaje, música. Y,
efectivamente, el pensamiento poético tiene su origen en una forma de
música --la mousiké de los griegos, el arte patrocinado por las Musas--
no en una reflexión.
Por otro lado, no conocemos el
pensamiento poético hasta que nos lo dicen las palabras. Pero esa manera
de cuajarse que debemos a la poesía no busca la oscuridad, sino la
entrevisión, la adivinación. Y creo que eso lleva siendo así miles de
años. Comprendo todas las reservas, pero creo que no viene mal recordar
que la verdadera poesía habla de lo desconocido, sirve para decir lo que
no se puede decir. Poesía es lo que solo se puede decir en lenguaje
poético y no es traducible a lenguaje coloquial. La poesía es un
hallazgo. Toda la literatura, pero la poesía en particular despierta un
sentimiento de proximidad, nace del cuidado de la escritura, transmite
transparencia y temblor y, cuando es auténtica, nos permite ver
luminosos fragmentos del mundo.
Profesor de Literatura