viernes, 12 de septiembre de 2014
AMIGO ILLANES:
hoy me he re-encontrado con el redil y aún siguen las mismas ovejas, las puñeteras se han comprado collares nuevos e incluso, he sentido la sensación de que el rebaño ha crecido. A algunas las he tenido tan de frente que he dudado si debía salir corriendo porque veía en sus reflejos un tufo de complejo botinero: no es que estén luchando por vivir bien y darle a los suyos los que necesitan, qué vá, ahora coleccionan papeles en los bancos rescatados, ahora, quieren una serie de objetos que no sé para que sirven; se llamaban AUDIS, y en el aparcamiento, había casi cien repetidos. En un edificio que fué hospital de la sangre o de las cinco llagas estaban los nuestros, los suyos, los de los otros. Me encontré en un lugar mágico pero donde sólo te encontrabas con guardias de seguridad que te atienden muy bien y te hablan de usted: me han llamado mas de seis veces Señor, y me he quedado sorprendido porque el Señor está en las iglesias y los sacan en Semana Santa.
En ese gran edificio, todos van a pedir pero siempre les dán a los mismos.
Aunque defiendas la causa más justa, si estás del lado de los necesitados, te miran muy extraño y han aprendido unas cuantas de palabras que repiten constantemente: CRISIS, NO TENEMOS PRESUPUESTO, NO SABES COMO NOS ESFORZAMOS PERO NO NOS LLEGA...todos, absolutamente todos, sólo saben decir eso, y cuando les hablas que como LUTHER KING has tenido un sueño, te contestan que los sueños jamás se cumplen porque son visiones sacadas de contexto y que cambies de medicación.
Pero lo peor de todo, es que percibes la sensación de que tienes que agradecerles algo invisible, intactable: sus oídos, el haber perdido su tiempo escuchando las locuras de un pecador creativo, pero eso sí, son muy educados; te siguen llamando señor.
Y te enteras que un amigo que regenta una casa parecida pero en un pueblo, cobra dobles sueldos, comisiones por ventas, por adquisiciones. Y mi problema compañero, es que no soy investigador privado y no sabes donde están las pruebas; yo que me creía un conocedor de los colores, no he visto ninguno limpio para poder dar una pincelada con fuerza, pero a ellos les gusta lo que dices, lo que haces, lo que pintas, lo que hablas y hasta lo que escribes; aunque me temo que esto no les vá a gustar mucho, pero cuando a un trabajador nato con las espaldas rotas a pedacitos no se le entiende, ni tan siquiera los que él creía tener a su lado, te dá una bajona o un subidón y puede que me haya vuelto un cani; deducción? TIENEN QUE CAMBIAR DE CAMELLO.
Siempre en la lucha,