El costo por buscar la perfección estética
en el rostro, fue muy alto para Hugo Hernández García, de 48 años de
edad, quien hace más de 15 años se inyectó aceite de bebé en la cara,
por lo que desarrolló una deformación paulatina que le ha traído
lágrimas, dolor y marginación, una factura demasiado cara por malas
decisiones que, afirma, tomó en la juventud.
El aceite se convirtió en silicón en su rostro
Hugo Hernández, quien vive en Nuevo Laredo, Tamaulipas, señaló que las deformaciones las empezó a desarrollar en 1997, como consecuencia de la adición a la belleza y a practicarse cirugía tras cirugía.
Aprovechaba mi rostro, ya que en la peluquería ganaba buen dinero (…) fue así que me dijeron que me inyectarían tal cosa, y vine descubriendo que era aceite de bebé”, señaló.
Tras la deformación por el aceite de bebé, su ojo izquierdo se vio afectado, por lo cual debe utilizar un “tape” para levantar el párpado y así poder ver bien.
No sólo fue la inyección de aceite de bebé, ya que también se realizó cirugías en la nariz, labios, cejas, orejas y cuello.
Consciente de su error al obsesionarse por la perfección estética, Hugo afirmó que todo esto es parte de una mala decisión, que desembocó, inclusive, en el alcoholismo.