lunes, 2 de junio de 2014

SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS GILIPOLLENSES

José Antonio IllanesJosé Antonio Illanes
(Gilipollenses, II)

Alberto de Torquemada y Gallardón, obispo de Celtiberia, a todos los amados gilipollenses que estáis en ella, santos por vocación, y especialmente a los que combatís al maligno en prensa y en debates televisivos.

Amantísimos, valerosísimos, purísimos hijos míos: ¿Tenemos claro ya que el perroflauta de la coleta y el zarcillo es el Anticristo del que hablan las profecías? Sí. ¿Hemos asumido que aunque la Bestia tenga siete cabezas y diez cuernos, y en cada cuerno diez diademas, y cuerpo de leopardo y patas de oso y fauces de león, puede cambiar de forma? Sí. ¿Y sabéis que bajo el aspecto humano de este radical izquierdoso rebulle la maldad del Ángel del Abismo? Sí. ¿Y sois sabedores de que es “condition sine qua non” desprestigiar al contrario antes de vencerlo? Sí. ¿Y que para urdir una maniobra de desprestigio, primero hay que echar luces? No. Eso no lo sabéis todavía, y me duele la boca de repetirlo.

¿Cómo se puede decir en televisión que el Anticristo de la coleta cobró dinero de la tiranía venezolana cuando nuestro Gobierno le ha vendido al venezolano materiales antidisturbios para reprimir manifestaciones? ¡Que hasta el mes pasado había un acuerdo sobre la mesa! ¿Cómo se puede vender como un delito que el Ángel del Abismo haya charlado con diputados de Amaiur cuando el propio monarca charló con ellos en Zarzuela? Le ponéis las bolas como a Fernando VII, hijos míos. ¿Creéis acaso que el “populus romanus” carece de memoria? Es verdad que el fútbol aliena, sí, pero no desmemoria.

Las declaraciones de nuestro ingenuo y queridísimo hermano Eduardo Inda anoche en televisión fueron un suicidio, tanto que hasta Marhuenda le recriminó la torpeza –también otra torpeza-, y todos sabemos lo cortito que pude llegar a ser el hermano Marhuenda. Y así no vamos a ninguna parte, amantísimos hijos. O echáis luces o termináis como vuestro hermano Alfonso Rojo: denunciados por el Anticristo y convertidos en el hazmerreír del rojerío patrio. Y lo que es peor: excomulgados, como yo tome cartas en el asunto.

Recordad que el Anticristo, antes de llevar coleta, fue monaguillo, como yo, y ya lo dice el refrán: “El que fue monaguillo y después abad, sabe lo que hacen los mozos tras el altar”. Y también sabe la mala leche que gastan, hijos míos, y este más, que es el príncipe de los infiernos, creedme, que entre calé y calé no cabe la buenaventura, que tras ese aspecto de perroflauta raquítico habita el mismísimo Satanás, con todas sus jugarretas y maldades, que cuando vosotros comíais Pictolines él ya fumaba en pipa, como veis en la foto. Que no os pierda el nerviosismo ni la lógica impaciencia por vencer al mal mientras demostramos a España quién es en realidad. Sed cautos a la hora de envilecerlo y, por lo que más queráis, no volváis a hacer el ridículo.