La reciente publicación de Carbón y otros poemas ,
del poeta y editor Calixto Torres, supone, al menos en relación con su
obra publicada hasta el momento, un cambio casi radical de registro, no
nos atrevemos a decir "de etapa" en su producción literaria, porque
desconocemos si el autor llevaba tiempo trabajando en esta temática y en
estas formas, a la vez que seguía cultivando las que hasta ahora había
mostrado al público. Intuimos, por la implicación personal, por la
profunda carga afectiva de este poemario, y por el dramatismo de los
temas, que llevaba mucho tiempo dándoles vueltas y que, por fin, se ha
decidido a concretarlos en forma poética.
Lo cierto es que en la poesía de Calixto Torres hay --aunque quizás sea más exacto decir "ha habido"-- un tema dominante y unas formas frecuentes. Si repasamos sus obras anteriores, es decir, Suspiros de vida (1995), Desde el corazón de un poema (2000), Romance de las voces negras (2003), Poemas al viento (2007), es el amor, en todas sus facetas y vertientes, si no el único, sí su tema predilecto. Amor, en el sentido más amplio del término: unas veces exaltado, otras melancólico, unas esperanzado, otras desengañado, pasional o trágico. En cuanto a las formas, predominaban los versos y estrofas clásicos, que Calixto Torres combinaba con dominio y soltura: octosílabos, endecasílabos, romances, sonetos, estrofas populares asonantadas...
Pero Carbón y otros poemas es... otra cosa. De su primera a su última página parece recorrido como por un viento abrasador, ese viento que por aquí se llama el terral, que es capaz, a veces, de agostar los campos por los que pasa. El título de Carbón alude, por una parte, al duro oficio de los carboneros, de todos, pero, especialmente, de unos en concreto, muy cercanos al poeta, y a su trágico final; por otra, alude a un ambiente de tragedia, que parece tiznarlo todo de negro. No resultan casuales las referencias a Federico García Lorca; hay algo en el libro que recuerda el presentimiento trágico que impregna algunas de las obras del poeta granadino, la sensación de algo atroz que ya ha sucedido, pero que sigue sucediendo, como en una especie de presente continuo, y que marca para siempre a los personajes y a sus descendientes; hay algo de grito ya irreprimible ante un dolor, largo tiempo callado y escondido, de herida interior que empuja para salir por fin a la superficie, rompiendo todas las prevenciones y compuertas. Y tal vez por eso mismo, no le han servido al autor ni el lenguaje, ni los temas, ni las formas que hasta ahora venía utilizando; es como si las palabras necesitasen saltarse los límites formales establecidos, como si fuesen incapaces de someterse a las normas léxicas, métricas o lógicas usuales, como si no pudiesen decir por sí mismas todo lo que el poeta quería expresar, como si explotasen de pronto, después de tanto callar, precisamente por eso, por haber tenido que callar durante tanto tiempo, porque en ellas ya no cabe un dolor que, por oculto, lejos de curarse, ha ido creciendo, creciendo... y, por fin, estalla.
Carbón y otros poemas es, sin duda, y en el mejor sentido de la expresión, poesía social; habla del dolor de unas gentes muy concretas, muy cercanas al autor; habla de personas con nombres y apellidos, borradas violenta e injustamente de la faz de la tierra, sin que a los suyos les quedase ni siquiera el mínimo y humano consuelo de poder enterrarlas; por decirlo con palabras del libro: "desprovistos de esa paz paz eterna que / aporta la tierra compartida con los tuyos". Los poemas finales, por su parte, encajan perfectamente en la estructura de la obra: hablan de la realidad social presente, del drama de la inmigración ilegal, de la persecución y condena social de todo el que resulta diferente, de la corrupción política...
Y, sin embargo, Carbón no es lo que vulgarmente se llamaría un ajuste de cuentas, no es un libro que clame venganza, un libro que denuncie, también con nombres y apellidos, a los culpables de aquellos crímenes; no pretende más vindicación que la que puede surgir del conocimiento. Solo busca saber; tal vez porque saber es la única forma de poder empezar a olvidar, a cicatrizar heridas, a enterrar por fin en paz a unos muertos, de los que ni siquiera se podía hablar: "silencio, shhh / que te vayan a oír / ni se te ocurra decir eso / maldita sea calla esa boca que / nos buscas una ruina". ¿En cuántas casas tuvieron que oírse durante muchos años frases parecidas? ¿Cuánto dolor pudriendo las entrañas, el pasado, pero, sobre todo, el futuro? ¿Cuánto miedo cotidiano, arrastrado como un fardo, como una marca infame, por gentes inocentes, que no habían cometido más delito que el de tener la misma sangre que otras gentes, también inocentes, que fueron arrastradas por aquel vendaval de odio, por la más incivil de todas las guerras civiles, y a las que se les negó hasta una pobre sepultura?
Carbón y otros poemas habla, con palabras sencillas y terribles al mismo tiempo, de ese capítulo de nuestra historia que nunca debió escribirse, pero que, una vez escrito, nadie debería impedirnos leer, especialmente, a las víctimas. Carbón es eso, una reivindicación doliente, pero tranquila, de ese derecho a saber, de ese derecho a la memoria. De ese derecho a conocer y a compartir, al menos, ese mínimo trozo de tierra donde está la tumba de los tuyos.
'Carbón y otros poemas'. Autor: Calixto Torres. Edita: Detorres Editores. Córdoba, 2014.
Lo cierto es que en la poesía de Calixto Torres hay --aunque quizás sea más exacto decir "ha habido"-- un tema dominante y unas formas frecuentes. Si repasamos sus obras anteriores, es decir, Suspiros de vida (1995), Desde el corazón de un poema (2000), Romance de las voces negras (2003), Poemas al viento (2007), es el amor, en todas sus facetas y vertientes, si no el único, sí su tema predilecto. Amor, en el sentido más amplio del término: unas veces exaltado, otras melancólico, unas esperanzado, otras desengañado, pasional o trágico. En cuanto a las formas, predominaban los versos y estrofas clásicos, que Calixto Torres combinaba con dominio y soltura: octosílabos, endecasílabos, romances, sonetos, estrofas populares asonantadas...
Pero Carbón y otros poemas es... otra cosa. De su primera a su última página parece recorrido como por un viento abrasador, ese viento que por aquí se llama el terral, que es capaz, a veces, de agostar los campos por los que pasa. El título de Carbón alude, por una parte, al duro oficio de los carboneros, de todos, pero, especialmente, de unos en concreto, muy cercanos al poeta, y a su trágico final; por otra, alude a un ambiente de tragedia, que parece tiznarlo todo de negro. No resultan casuales las referencias a Federico García Lorca; hay algo en el libro que recuerda el presentimiento trágico que impregna algunas de las obras del poeta granadino, la sensación de algo atroz que ya ha sucedido, pero que sigue sucediendo, como en una especie de presente continuo, y que marca para siempre a los personajes y a sus descendientes; hay algo de grito ya irreprimible ante un dolor, largo tiempo callado y escondido, de herida interior que empuja para salir por fin a la superficie, rompiendo todas las prevenciones y compuertas. Y tal vez por eso mismo, no le han servido al autor ni el lenguaje, ni los temas, ni las formas que hasta ahora venía utilizando; es como si las palabras necesitasen saltarse los límites formales establecidos, como si fuesen incapaces de someterse a las normas léxicas, métricas o lógicas usuales, como si no pudiesen decir por sí mismas todo lo que el poeta quería expresar, como si explotasen de pronto, después de tanto callar, precisamente por eso, por haber tenido que callar durante tanto tiempo, porque en ellas ya no cabe un dolor que, por oculto, lejos de curarse, ha ido creciendo, creciendo... y, por fin, estalla.
Carbón y otros poemas es, sin duda, y en el mejor sentido de la expresión, poesía social; habla del dolor de unas gentes muy concretas, muy cercanas al autor; habla de personas con nombres y apellidos, borradas violenta e injustamente de la faz de la tierra, sin que a los suyos les quedase ni siquiera el mínimo y humano consuelo de poder enterrarlas; por decirlo con palabras del libro: "desprovistos de esa paz paz eterna que / aporta la tierra compartida con los tuyos". Los poemas finales, por su parte, encajan perfectamente en la estructura de la obra: hablan de la realidad social presente, del drama de la inmigración ilegal, de la persecución y condena social de todo el que resulta diferente, de la corrupción política...
Y, sin embargo, Carbón no es lo que vulgarmente se llamaría un ajuste de cuentas, no es un libro que clame venganza, un libro que denuncie, también con nombres y apellidos, a los culpables de aquellos crímenes; no pretende más vindicación que la que puede surgir del conocimiento. Solo busca saber; tal vez porque saber es la única forma de poder empezar a olvidar, a cicatrizar heridas, a enterrar por fin en paz a unos muertos, de los que ni siquiera se podía hablar: "silencio, shhh / que te vayan a oír / ni se te ocurra decir eso / maldita sea calla esa boca que / nos buscas una ruina". ¿En cuántas casas tuvieron que oírse durante muchos años frases parecidas? ¿Cuánto dolor pudriendo las entrañas, el pasado, pero, sobre todo, el futuro? ¿Cuánto miedo cotidiano, arrastrado como un fardo, como una marca infame, por gentes inocentes, que no habían cometido más delito que el de tener la misma sangre que otras gentes, también inocentes, que fueron arrastradas por aquel vendaval de odio, por la más incivil de todas las guerras civiles, y a las que se les negó hasta una pobre sepultura?
Carbón y otros poemas habla, con palabras sencillas y terribles al mismo tiempo, de ese capítulo de nuestra historia que nunca debió escribirse, pero que, una vez escrito, nadie debería impedirnos leer, especialmente, a las víctimas. Carbón es eso, una reivindicación doliente, pero tranquila, de ese derecho a saber, de ese derecho a la memoria. De ese derecho a conocer y a compartir, al menos, ese mínimo trozo de tierra donde está la tumba de los tuyos.
'Carbón y otros poemas'. Autor: Calixto Torres. Edita: Detorres Editores. Córdoba, 2014.