Generalmente, las fotos deportivas no suelen sacar el lado más atractivo de los atletas. En el caso de los patinadores olímpicos, el tremendo esfuerzo físico y la concentración se suma a lo que la aceleración, los giros y las frenadas bruscas hacen a sus rostros. El resultado es una galería de los horrores digna de una película de Cronenberg.