Ginna tenía todo planeado para su boda, el novio estaba más que enamorado de ella, el salón preparado, los muebles, los invitados; pero también tenía un amante.
La pareja con la que Ginna estaba a
punto de casarse no podía tener hijos, sin embargo un análisis de
laboratorio le mostraba a la fémina una verdad escalofriante: ella
estaba contaba con tres meses de embarazo.
La boda corría peligro, la novia desesperada pensó muy bien
lo que debía hacer, le confesó al novio la traición, como era de
esperarse, el novio herido destrozó los muebles del salón, rompió la
relación y terminó abandonando la casa que ambos compartían, pero lo
peor estaba por llegar.
Cuando Ginna acudió a realizarse un chequeo de rutina para
embarazadas, una noticia la dejó helada; el laboratorio había confundido
los exámenes médico pues ella nunca estuvo de encargo.
Sin boda, sin novio y sin embarazo, Ginna ha decidido demandar a los médicos responsables de haber arruinado la celebración.
Al final, el centro médico ha aceptado su error y ha pagado
una indemnización de 15.000 euros a la perjudicada, informaron medios de
Modena, Italia.