Esta es la temida muñeca que mantiene en vilo a los sancarlinos (gentileza Los Andes).
En los últimos días del 2013, los
habitantes del departamento mendocino de San Carlos se atemorizaron por
la aparición de un extraño juguete. Después de atribuirle poderes
relacionados con la magia negra y de exhibirlo en las plazas, el objeto
habría sido quemado.
Así como se presentó -envuelta en un halo de
misterio- la muñeca parlante del departamente mendocino de San Carlos
desapareció. La agobiante ola de calor parece haberse tragado al temible
juguete, junto con la catarata de rumores que la secundaba. Desde hace
una semana, no se ha vuelto a ver su incómoda imagen deambulando por las
plazas del departamento. Dicen que un grupo de vecinos decidió darle fin al mito y la prendió fuego.
Por estos días, si alguien pasa frente a la terminal de ómnibus de Eugenio Bustos, podrá ver una muñeca colgada de un semáforo sobre la ruta 40. Es de tela y no tiene un tajo en su rostro. Sólo una parodia de la original. Sólo una repercusión más de esta historia casi inverosímil que tuvo a mal traer a los sancarlinos durante semanas.
“Parece un chiste, que a esta altura de la vida creamos en estas cosas”, comenta como al pasar doña Elcira y enseguida agrega: “Pero que las hay, las hay”. Y por las dudas, se persigna disimuladamente antes de seguir camino por la plaza de la villa cabecera, informó el sitio Los Andes.
Así comenzó el misterio
La historia, que fue creciendo de boca en boca, cuenta que alguien encontró esta extraña creatura en el basural de La Salada, así se conoce la zona donde arrojan los residuos domiciliarios. Tras llevarla a su casa para repararla, descubrió para su sorpresa que el juguete hablaba e incluso refería a datos y personas concretas del departamento.
Descartada la presencia de algún mecanismo electrónico, esta situación paranormal llegó a las puertas de un sacerdote en busca de consejos. Dicen que el cura recomendó a la familia devolver la muñeca al sitio donde había sido hallada.
Así lo hicieron. Pero días después, la imagen apareció -importunando con su macabra sonrisa y sus brazos reducidos a hilachas- en el mástil donde flamea la Bandera nacional en las plazas de la villa sancarlina y de Eugenio Bustos. Sitios por donde no ha vuelto a mostrarse desde hace una semana.
Varias historias vinieron a llenar su ausencia. Una sancarlina (que pidió reservas sobre su identidad) aseguró que la leyenda nació en la casa de un familiar. Una tía compró tres muñecas -que contestan veinte preguntas básicas por un sistema de grabación de voz- para regalarlas a sus nietas. Una de ellas se rompió y terminaron arrojándola a la basura.
Dicen que la encontró una anciana que trabaja recuperando elementos todavía útiles de los basurales. Al llevarla a su casa y revisarla, la mujer se llevó el susto de su vida cuando la pequeña empezó a hablar. No hubo forma de que la abuela entendiera que la tecnología hoy permite este tipo de avances que convierten a los juguetes en casi humanos que ríen, lloran, comen y hasta hacen gala de su capacidad para evacuar. La anciana no entró en razones y desató el escándalo.
Es sólo una versión. Quizá el tiempo disipará los errores y aclarará la historia. Por lo pronto, incluso, hay gente de otras provincias que han manifestado ser los dueños originales de la muñeca. Incluso, mencionan señales (como lunares, marcas, etc.) que tenían sus añorados juguetes de la infancia. Otros le achacan poderes sensoriales y hasta curativos.
Por estos días, si alguien pasa frente a la terminal de ómnibus de Eugenio Bustos, podrá ver una muñeca colgada de un semáforo sobre la ruta 40. Es de tela y no tiene un tajo en su rostro. Sólo una parodia de la original. Sólo una repercusión más de esta historia casi inverosímil que tuvo a mal traer a los sancarlinos durante semanas.
“Parece un chiste, que a esta altura de la vida creamos en estas cosas”, comenta como al pasar doña Elcira y enseguida agrega: “Pero que las hay, las hay”. Y por las dudas, se persigna disimuladamente antes de seguir camino por la plaza de la villa cabecera, informó el sitio Los Andes.
Así comenzó el misterio
La historia, que fue creciendo de boca en boca, cuenta que alguien encontró esta extraña creatura en el basural de La Salada, así se conoce la zona donde arrojan los residuos domiciliarios. Tras llevarla a su casa para repararla, descubrió para su sorpresa que el juguete hablaba e incluso refería a datos y personas concretas del departamento.
Descartada la presencia de algún mecanismo electrónico, esta situación paranormal llegó a las puertas de un sacerdote en busca de consejos. Dicen que el cura recomendó a la familia devolver la muñeca al sitio donde había sido hallada.
Así lo hicieron. Pero días después, la imagen apareció -importunando con su macabra sonrisa y sus brazos reducidos a hilachas- en el mástil donde flamea la Bandera nacional en las plazas de la villa sancarlina y de Eugenio Bustos. Sitios por donde no ha vuelto a mostrarse desde hace una semana.
Varias historias vinieron a llenar su ausencia. Una sancarlina (que pidió reservas sobre su identidad) aseguró que la leyenda nació en la casa de un familiar. Una tía compró tres muñecas -que contestan veinte preguntas básicas por un sistema de grabación de voz- para regalarlas a sus nietas. Una de ellas se rompió y terminaron arrojándola a la basura.
Dicen que la encontró una anciana que trabaja recuperando elementos todavía útiles de los basurales. Al llevarla a su casa y revisarla, la mujer se llevó el susto de su vida cuando la pequeña empezó a hablar. No hubo forma de que la abuela entendiera que la tecnología hoy permite este tipo de avances que convierten a los juguetes en casi humanos que ríen, lloran, comen y hasta hacen gala de su capacidad para evacuar. La anciana no entró en razones y desató el escándalo.
Es sólo una versión. Quizá el tiempo disipará los errores y aclarará la historia. Por lo pronto, incluso, hay gente de otras provincias que han manifestado ser los dueños originales de la muñeca. Incluso, mencionan señales (como lunares, marcas, etc.) que tenían sus añorados juguetes de la infancia. Otros le achacan poderes sensoriales y hasta curativos.