lunes, 25 de noviembre de 2013

Nota la ausencia de su marido tres semanas después porque no había calzoncillos que lavar

EN LA TABERNA SÍ LO ECHABAN DE MENOS, PERO ESTABAN DEMASIADO OCUPADOS TOMANDO VINOS
Esto es todo lo que queda de Macario
Esto es todo lo que queda de Macario
Amanda Lavanda, vecina de la aldea de Fuenbarrizal, en Madrid, ha tardado tres semanas en notar la ausencia de su marido del hogar, y solo lo ha hecho porque ya llevaba puestas varias lavadoras sin que hubiera un calzoncillo que lavar. “Macario puede estar una semana sin cambiarse de calzoncillos”, ha aclarado Amanda por teléfono, “y hasta diez días en algunos casos. Pero tres semanas eran demasiado”.
Aunque pueda parecer extraño en una primera lectura, lo cierto es que Amanda y Macario no se veían demasiado. Él se levantaba antes que ella para ir a trabajar, comía fuera y cuando volvía a eso de las nueve de la noche, tras tomarse unos vinos con los compadres de la taberna, estaba demasiado cansado hasta para saludar. Cenaba viendo la tele y se acostaba. Hasta el día siguiente. Así seis días a la semana. Los domingos ella visitaba a su anciana madre y él iba a tomarse unos vinos con los compadres de la taberna hasta la hora de cenar, en que ya llegaba demasiado ebrio como para mantener conversación alguna.
En casa, Macario no cocinaba ni limpiaba ni lavaba los platos ni tendía la ropa ni hacía la cama ni recogía el correo ni cambiaba las bombillas ni arreglaba ese picaporte roto ni ponía comida al gato ni recogía sus cosas ni hacía la compra. Macario era muy español y sus principios no se lo permitían.
Amanda admite que no echa mucho de menos a Macario, pero que se ha visto moralmente obligada a denunciar su desaparición a la Guardia Civil. “Aun no he podido hacerlo”, se lamenta, “porque el sargento López, que es el que se encarga de estas cosas, estaba en la taberna tomando unos vinos. A ver si mañana hay más suerte”.