MIGUEL ANGEL Toledano 14/01/2013
Hoy me gustaría recordar lo que dice Leopardi en su "Diálogo entre un vendedor de calendarios y un transeúnte", cuando habla de la estremecedora vanidad de esperar, al final de cada año, otro más feliz que los anteriores, cuando aquellos también se esperaron a su vez con la confianza de que traerían consigo un bienestar que nunca trajeron. Frente a quienes proclaman que la vida no es más que vacío y error, en la obra del poeta hay un tímido amor a la vida y una hosca espera de la felicidad que quedan desmentidos por la sucesión de los años, pero que continúan viviendo, con temor y temblor en el ánimo, y permiten sentir el dolor y el absurdo con mucha mayor fuerza que el llamado "pathos catastrófico", que va cobrando tanto predicamento.
Al preguntarnos si el advenimiento del nuevo nihilismo, el fin de los valores y los sistemas de valores sería una liberación, como para Nietzche, o una enfermedad que combatir, como para Dostoiesvski, creyendo que las utopías son "una levadura que por sí sola no basta para hacer pan, pero sin la cual no se puede hacer buen pan". Utopía, ese término tan desprestigiado, significa no rendirse a las cosas tal como son y luchar por ellas tal como debieran ser; saber que al mundo, como dice Brecht, le hace buena falta que lo rediman. Pero la salvación no llegará de una vez para siempre, sino que en ese camino estaremos hasta el fin de los tiempos.
Cada generación debe empujar su propia piedra, como Sísifo. Magris reivindica el desencanto que, en contra de su mala fama, "corrige la utopía y refuerza su elemento fundamental, que es la esperanza". Una forma irónica, melancólica y aguerrida de la esperanza, diríamos. En el desencanto, como una mirada que ha visto demasiadas cosas, se da la melancólica conciencia de que aquel pecado original ha sido cometido, de que el hombre no es inocente y el yelmo de Mambrino es una bacía. Sin embargo todos sabemos que también los hombres de cuerpo efímero y mortal son capaces de generosidad y amor, y pueden ser amados con pasión.
* Profesor de Literatura
Hoy me gustaría recordar lo que dice Leopardi en su "Diálogo entre un vendedor de calendarios y un transeúnte", cuando habla de la estremecedora vanidad de esperar, al final de cada año, otro más feliz que los anteriores, cuando aquellos también se esperaron a su vez con la confianza de que traerían consigo un bienestar que nunca trajeron. Frente a quienes proclaman que la vida no es más que vacío y error, en la obra del poeta hay un tímido amor a la vida y una hosca espera de la felicidad que quedan desmentidos por la sucesión de los años, pero que continúan viviendo, con temor y temblor en el ánimo, y permiten sentir el dolor y el absurdo con mucha mayor fuerza que el llamado "pathos catastrófico", que va cobrando tanto predicamento.
Al preguntarnos si el advenimiento del nuevo nihilismo, el fin de los valores y los sistemas de valores sería una liberación, como para Nietzche, o una enfermedad que combatir, como para Dostoiesvski, creyendo que las utopías son "una levadura que por sí sola no basta para hacer pan, pero sin la cual no se puede hacer buen pan". Utopía, ese término tan desprestigiado, significa no rendirse a las cosas tal como son y luchar por ellas tal como debieran ser; saber que al mundo, como dice Brecht, le hace buena falta que lo rediman. Pero la salvación no llegará de una vez para siempre, sino que en ese camino estaremos hasta el fin de los tiempos.
Cada generación debe empujar su propia piedra, como Sísifo. Magris reivindica el desencanto que, en contra de su mala fama, "corrige la utopía y refuerza su elemento fundamental, que es la esperanza". Una forma irónica, melancólica y aguerrida de la esperanza, diríamos. En el desencanto, como una mirada que ha visto demasiadas cosas, se da la melancólica conciencia de que aquel pecado original ha sido cometido, de que el hombre no es inocente y el yelmo de Mambrino es una bacía. Sin embargo todos sabemos que también los hombres de cuerpo efímero y mortal son capaces de generosidad y amor, y pueden ser amados con pasión.
* Profesor de Literatura