¿Criminalización de la ciudadania y abuso contra los derechos y necesidades básicas por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado?
¿Connivencia silenciosa de la mayoría de las fuerzas políticas y sociales?
Parece ser, hoy ya día 30 de octubre y por las noticias que nos llegan de Valladolid, que la práctica que se muestra en este video - negar alimentos, líquidos y acceso a los aseos-, se va a convertir en práctica habitual en la gestión de situaciones que impliquen la ocupación de sedes bancarias por parte de la ciudadanía.
Táctica de desgaste tanto psicológico como físico contra individuos en situación de desamparo crítico.
Teniendo recientes las manifestaciones promovidas en Madrid frente al congreso y la estúpida guerra de cifras en torno a la asistencia que mantiene la delegación del gobierno de Madrid, una se pregunta si de algo sirvió la historia o pasamos por ella gratuitamente con millones de vidas a nuestras espaldas.
La gravedad de la situación roza (o quizá traspasa) el infantilismo ridículo y la pataleta de un poder que quiere tener razón por la fuerza.
El abuso de esteroides en forma de UIP no mira más allá de ese "tengo razón porque la tengo" sin atender en ningún momento al fondo que se retuerce bajo actuaciones policiales y políticas contra personas desesperadas, solas y desasistidas.
Los números no son ni serán nunca más importantes que los actos inspirados en la búsqueda de mayor justicia social. Los números no son ni serán nunca más importantes que el abuso de fuerza y de poder del Estado contra aquellos que amparan su razón en el bienestar común de todos los individuos. Los números no tienen valor alguno, no son buenos ni malos. Una moneda es un objeto inanimado: no usa casco, no dispara pelotas de goma, no niega agua ni desahucia a nadie de sus hogares. A los números les damos valor los individuos. Nos escudamos en ellos y los usamos para justificar nuestras acciones. Los números siempre han sido malos en nuestra historia cuando hemos perdido de vista la justicia, la misericordia, la empatía y la verdad. El problema de la verdad es que se trasluce a pesar de quien se encargue de escribir la historia. Nuestra especie y nuestra cultura en su evolución tienden a reconocer su propio desarrollo en la adhesión y la expansión de los derechos humanos y la justicia.
Opresión, abuso y represión necesitan más de los números para justificarse que la realidad misma. Si se desea ver un mundo en quiebra que necesita tener sometida a la deuda a su ciudadanía para sobrevivir, se aplastará siempre a la ciudadanía.
Hemos sido capaces de pisar la Luna, llegar a Marte y enviar naves espaciales más allá de nuestro sistema solar...
¿De verdad no tenemos capacidad suficiente para resolver una situación de crisis (sin abusar y sustentar nuestro desarrollo y nuestros placeres en los más débiles) para hacer así de este mundo algo mejor?
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