Ya sabemos que las comparaciones son odiosas y nos ponen de mala leche.
Por eso me encanta hacerlas: los 400 euros que recibe, con todo derecho, un
parado se los gasta el presidente Rajoy en fumar los puros habanos este verano.
El reloj que luce en la
muñeca la vicepresidenta Soraya, supera los 400 euros sólo la cebolleta; una
corbata de García-Margallo, las gafas de Ruiz-Gallardón, la camisa de Pero
Morenés, las gafas de diseño de Montoro, el llavero de Guindos con las llaves
de su flamante ático o la blusa de la Mato superan los 400 euros, arriba o
abajo.
Sólo el maletín de ministro
vale una pasta. Por eso entiendo que al presidente y sus ministros les cueste
tanto aprobar dinero de bolsillo para los parados, y eso que viene a ser la como la calderilla que
guarda María Fátima, la ministra de Empleo, en su monedero. Le resulta más
fácil dársela al pobre que la espera por las mañanas a la puerta de la iglesia
que firmar un real decreto. Los billetes que lleva doblados en cuatro el
ministro Cañete en la cartera superan los 400 euros. ¿Alguien quiere seguir? Me
estoy poniendo malo…