lunes, 2 de julio de 2012

De campeón del mundo, a vender cupones

De campeón del mundo, a vender cupones
Álex Lombardero (primero a la izquierda), con el resto de internacionales sub'20 en Nigeria.

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ALEX LOMBARDERO FUE COMPAÑERO DE CASILLAS Y XAVI EN EL MUNDIAL SUB'20 DE NIGERIA

La vida nos depara caminos tan dispares que muchas veces son difíciles de asimilar. La línea que separa el éxito del fracaso, la alegría de la tristeza es tan sumamente fina que de la noche a la mañana puedes pasar de un estado al otro sin tiempo para digerirlo. Es el caso de Alex Lombardero (Arteixo, 1979), campeón del mundo sub’20 en Nigeria en el año 1999. Por entonces en las filas del Lugo, Alex compartió vestuario, minutos sobre el césped y la gloria del primer gran entorchado del fútbol español con un tal Iker Casillas y un tal Xavi Hernández.
Aquella generación, que ahora está a punto de hacer historia tras conquistar Eurocopa y Mundial y a expensas de lo que pueda pasar este domingo en el Olímpico de Kiev ante Italia, tenía un futuro más que prometedor por delante. Nada más finalizar aquel Mundial sub’20, las ofertas abrumaban a aquellos jóvenes futbolistas. Alex se decantó por aceptar la propuesta que llegó a la mesa de su representante por parte del Merida. “Era un equipo que acababa de descender a Segunda y tenía un bonito proyecto para volver a Primera División”, cuenta a El Confidencial el propio Lombardero.
Pero, casualidades de la vida, al concluir la temporada 1999-2000, el Mérida CP se convierte en el primer club español que desaparece por impagos. Aquí comienza a torcerse la carrera del bueno de Álex, que a diferencia de sus compañeros, no denunció a la entidad presidida por José Fouto y problemas burocráticos (al tener contrato con una entidad en proceso de liquidación) propiciaron que se quedara siete meses sin poder jugar. Una temporada en blanco para un futbolista de 21 años con un futuro prometedor era el primer traspié en la carrera del campeón del mundo. “Mi representante me dijo que no denunciara, que era un problema entre el ayuntamiento y el Mérida y que no iba a pasar nada, porque se habían dado otros casos parecidos en el fútbol español y nunca se había dado un caso de desaparición. Pero pasó”, cuenta con tremenda nostalgia, puesto que tenía ya apalabrado "un contrato de tres años para la siguiente campaña con el Betis".
Los designios del fútbol llevan a Álex a Madrid. Comienza a entrenar con el filial del Atlético y Paulo Futre, en esos momentos Director Deportivo de la entidad colchonera, decide firmarlo, pero no puede jugar por los problemas administrativos con el Mérida. Rápidamente, el técnico de aquel Atleti (entonces en el infierno de Segunda), Marcos Alonso, lo sube para entrenar con el primer equipo a expensas que se solucione su problema. Allí coincide con un jovencísimo Fernando Torres, “que ya empezaba a demostrar lo gran jugador que ahora es”. Jesús Gil le puso sobre la mesa un contrato, pero con el filial, “algo a lo que no estaba dispuesto en aquel momento, y me fui al Ceuta”.
La enfermedad que le aparta del fútbol
Al volver a la actividad tras el obligado parón, Álex Lombardero empieza a sufrir muchas lesiones musculares que los diferentes fisioterapeutas con los que se trató en los diversos equipos en los que militó (Díter Zafra, Racing de Santander, Alavés...) lo achacaban a su gran masa muscular y a “no estirar en las condiciones adecuadas”. Pero, harto ya de las numerosas dolencias, el futbolista decide acudir a un especialista en Barcelona, el doctor Gilbert (del equipo médico del doctor Cugat), quien le detecta una “enfermedad degenerativa en los huesos” tras una exhaustiva exploración. “Me dicen de forma radical que tengo que dejar el fútbol y cualquier tipo de práctica deportiva. Fue un palo muy duro. Cogí manía al fútbol, no quería hablar de ello, pero con el tiempo lo he asimilado”, recuerda.
El cuerpo le dijo basta a Álex a sus 27 años, cuando militaba en la Gramanet. “Venía de entrenar regularmente (cuando las lesiones se lo permitían) y hacer varias sesiones de gimnasio a la semana en el momento en el que me detectan la enfermedad. Pues bien, sólo un mes después era incapaz de atarme las zapatillas. Mi mujer me tenía que ayudar a vestirme, y solo había pasado un mes”, cuenta el excompañero de Casillas y Xavi.
Lombardero se queda sin poder hacer “lo único” que había hecho hasta entonces en su vida, jugar al fútbol. El panorama era francamente desalentador. Ante esta nueva situación, el gallego decide regresar a Mérida, la tierra de su mujer, con ella y sus dos niñas y afrontar una nueva vida. Ya instalado en tierras extremeñas, “un amigo me comenta la posibilidad de entrar en la ONCE y poder labrarme así un futuro laboral”. Los condicionantes para acceder a un puesto de este estilo requieren un grado de minusvalía en el 33%, y a Álex le han detectado un 40. “Eché el Currículum, me lo aceptaron y llevo prácticamente un mes vendiendo cupones en Calamonte, un pequeño pueblo cercano a Mérida”, nos dice con una alegría sorprendente.
Apuesta por la Selección como campeona de Europa
Eso sí, Álex no esconde la envidia que le entra por todo los poros de su cuerpo cada vez que ve un partido de fútbol, más ahora en plena Eurocopa. “Es envidia sana. Ver a antiguos compañeros como Iker y Xavi, con los que aún mantengo contacto, me da envidia, pero me alegro muchísimo por ellos, se lo merecen”. A pesar del varapalo tan duro que la vida le ha deparado, el gallego se queda “con todo lo bueno que me ha dado el fútbol, sobre todo los amigos y aquel Mundial”.
Respecto a la final de la Eurocopa, no tiene duda. “Italia siempre es difícil, son muy competitivos y están jugando muy bien, pero vamos a ganar. Estos futbolistas han cambiado la mentalidad de los españoles. Ahora, gracias a ellos, somos ganadores”. Y al mismo tiempo tira de piropos hacia sus amigos, reconociendo que él “daría el Balón de Oro a Casillas o a Xavi. Son unos fueras de serie”.
Y ojo, porque los vericuetos de la vida han apartado de los terrenos de juego a Álex Lombardero, pero ya está inmerso en la preparación de su futura carrera como entrenador. “Quiero dedicarme a ello, estoy muy concienciado y en pleno curso para empezar otra vez a tomar contacto con lo que me gusta y que las circunstancias me han arrebatado una parte de él”.