Las mujeres nos quejamos de vicio. Es día 8 de marzo, Día de la Mujer, tenemos hasta un día para reivindicar los derechos que se nos niegan por el simple hecho de haber nacido mujeres, pero que es injusto. Más que nada porque no existe el Día del Hombre. Y claro, de eso las feministas (o feminazis) no nos quejamos, y eso que decimos que queremos la igualdad.
Tampoco nos quejamos de otras muchas cosas, como por ejemplo... ¡entrar gratis a las discotecas! De eso no. Porque nos beneficia. Tanto que pedimos, pues deberíamos pagar como todos los hombres, ya que a ellos se les está discriminando, ¿verdad? No solo entramos por la cara bonita a la mayoría de los locales de fiesta, sino que además nos regalan una o dos copas.
Llenar una discoteca de mujeres, que encima están borrachas porque han bebido sus copas gratis, es un buen gancho comercial que se utiliza como reclamo para animar a los hombres a que entren a ligar como fin último de su existencia. Ellos pagan por vernos, por estar con nosotras, o al menos ese es el pensamiento que se esconde tras esta práctica tan extendida en España. Está claro que no todos los hombres salen con estas intenciones, no me vayan a comer, pero el sexismo latente de esta sociedad cree que sí y la triste realidad nos demuestran que de noche y en ambientes de alcohol y diversión el acoso sexual a la mujer se multiplica por dos.
El eterno debate que a nadie se plantea porque a nadie le explican la verdad. Y es normal. Lo que vende es seguir dejando entrar a las mujeres gratis en los locales, porque si no igual las que no pueden permitírselo ni saldrían de su casa.
Y ya ni hablamos del estar guapísimas y monísimas para entrar en los locales, lo cual debería ser una decisión, no una obligación. Y lo afirma alguien a quien no dejaron entrar en una conocida discoteca madrileña por no llevar puestos los santos tacones que estilizan tanto la figura de la mujer y destrozan los pies de quien los lleva. Porque no, no podemos ir en zapatos planos, ni aun siendo de charol, mientras ellos solamente caminan con alguna que otra rozadura, como mucho. ¿Qué va a ser lo próximo, que nos prohíban ir con pantalones?
No solamente no nos quejamos de que entremos gratis en las discotecas y nos regalen copas, si no que no lo queremos. Protestamos contra ello. No queremos ser mercancía. No queremos ser ganado. Hombres, ahora que ya sabéis por qué pagáis y nosotras no, ¿nos ayudáis a denunciarlo?
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