En 1959 los territorios españoles del golfo de Guinea adquirieron el estatus de provincias españolas, sumándose a las metropolitanas. Durante nueve años hasta su independencia en 1968, estar en Bioko, Bata o Mongomo era como pisar territorio de Cuenca, Albacete o Parla.
Caudillo de España… y de Guinea
Curiosamente la colonia permaneció fiel al gobierno republicano tras el golpe de estado de los militares y así se mantuvo hasta que en octubre de 1936 se produjo un desembarco de la Guardia Colonial desde la isla de Fernando Poo a territorio continental. Desde entonces, la foto del golpista gallego decoró las estancias oficiales, como sucedía en el resto del país.
Con la Iglesia hemos topado
Sí, Estado e Iglesia eran uña y carne en ambas latitudes e inaugurar una nueva iglesia en un pueblo era como si te colocasen un macrocentro comercial en el barrio.
Los militares y el poder politico iban de la mano
Al poder le gustan las botas relucientes y las bayonetas afiladas por definición. ¿Que llegaba un barco con cañones como para recalificarte toda la costa? Visita obligada.
A los señoritos se les trataba como a tales
Tanto en la España europea como en la africana, los “señoritos”, ya fueran por poder político o económico (aunque normalmente ambos iban directamente unidos), gozaban de privilegios que los hacían antipáticos para el pueblo llano. Para los poderosos, explotar a un jornalero andaluz o a un bantú, era lo mismo. Y ahora.
La OJE monopolizaba a la juventud
Sí amigos, la Organización Juvenil Española era tan activa en costas africanas como en el resto del disminuido imperio de Franco. Guinea, con una exuberante naturaleza, era un lugar ideal para sus marchas y acampadas.
Saca el güisqui, Cheli.
Lo más visto en Santa Isabel, era lo más visto en Madrid
La televisión llegó algo más tarde a la España africana, en 1968, cuando se creó un estudio en la isla de Fernando Poo. Lo inauguró Fraga Iribarne y la primera emisión fue un mensaje de Franco. Las familias se reunían para ver la televisión en las casas donde había alguna. Y si no, al bar. Les suena todo, ¿verdad?
Lamíamos los sellos para pegarlos
Nada de pegatinas. Había que usar una esponjita o acudir a la socorrida lengua para pegarle un sellito al sobre y mandar una carta a cualquier punto del globo.
Todo por la metrópolis
La Benemérita velaba por la seguridad de los caminos guineanos, aunque sus cuarteles (0 algo) se nos hacen algo mostrencos. Desconocemos cual era el equivalente guineano de El Lute.
Con imágenes de Wikipedia y Crónicas de la Guinea Ecuatorial.
Jaime Noguera disfrutó de ‘Palmeras en la nieve’ y es autor de ‘España Guerra Zombi‘.
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