Los agentes los encontraron tras la valla de protección de animales y el conductor se excusó asegurando que se habían quedado sin gasolina
Esta no es solo una historia sobre sexo. Es una historia sobre sexo en la carretera. Y no en cualquier carretera, en la autovía A-52. Era mediodía cuando una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico observó un Volkswagen Golf detenido en el arcén del kilómetro 197 -cerca de Xinzo-, sin la señalización de emergencia. Los agentes detuvieron su vehículo, descendieron y se acercaron al turismo. En su interior se encontraba un joven, que ocupaba el asiento posterior. Cuando le preguntaron por el paradero de la persona que conducía, respondió que estaría «en la cuneta, vomitando». En ese momento, los agentes comenzaron a buscar. No tardaron más que unos minutos en descubrir que, en realidad, no era un problema digestivo lo que había obligado al conductor a abandonar su coche. A pocos metros de la vía, tras la valla de protección de animales, vieron a una pareja manteniendo relaciones sexuales. Tras invitarlos a «desistir en la actividad que en ese momento les ocupaba», tal y como recoge el atestado, la pareja suspendió la acción, se compuso y, pasados unos minutos, compareció ante los agentes. El hombre (Raúl F.R., de 36 años) se identificó como el conductor y tratando, quizá, de desviar la atención, aseguró que se habían quedado sin gasolina y que por ese motivo había tenido que detener el coche en plena autovía. No quedó ahí la historia, pues el conductor no llevaba documentación alguna y se mostró «desinhibido y desafiante» ante los agentes. Esto los hizo sospechar que pudiese hallarse bajo los efectos del alcohol.
Y así lo que parecía un mediodía radiante -los hechos ocurrieron el 16 de agosto, jornada posterior a uno de los festivos más celebrados de Galicia- empezó a complicarse. El etilómetro confirmó las suposiciones de los guardias, ya que su tasa era 0,91. En vano, Raúl quiso alegar que llevaban una hora parados y que durante ese tiempo había estado bebiendo alcohol, pero su versión hizo aguas cuando otra patrulla de Tráfico confirmó que había pasado por la zona 25 minutos antes y no los había visto. Por si fuera poco, los agentes descubrieron que ni siquiera tenía vigente el permiso de conducir. En su momento se lo había retirado un juez. Ahora tendrá que responder por un delito contra la seguridad vial con agravante de reincidencia, por el que el Ministerio Fiscal solicita 4.320 euros y la retirada del permiso, esta vez por tres años y diez meses
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