Leyendas.- Vecinos de este municipio cuentan que durante el primer cuarto del siglo pasado, allá por el año de 1918 ó 1919, cuando se vino una peste de enfermedad, la llamada “Gripe Española”, que acabó prácticamente con un gran número de personas, llevándose a la tumba de 50 a 100 millones de personas en todo el mundo, “falleció” una persona de un ranchito como a dos kilómetros de la cabecera municipal y cuando lo llevaban a enterrar éste despertó y se levantó del ataúd, generando miedo.
La Gripe española (también conocida como la Gran pandemia de gripe, la Epidemia de gripe de 1918, La Pesadilla y La Madre Patria) fue una pandemia de gripe de inusitada gravedad, causado por un brote de Influenza virus A del subtipo H1N1 que mató entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo entre 1918 y 1919, incluido a México, donde, según cuentan las personas más viejas de los pueblos, en este caso de Julimes, devastaba al ser humano hasta matarlo.
Dicen los pueblerinos que se cree que ha sido una de las más letales pandemias en la historia de la humanidad, ya que muchas de sus víctimas fueron adultos jóvenes y saludables, a diferencia de otras epidemias de gripe que afectan a niños, ancianos o personas debilitadas.
Según la web, la enfermedad se observó por primera vez en Fort Riley, Kansas, Estados Unidos el 11 de marzo de 1918. Un investigador asegura que la enfermedad apareció en el Condado de Haskell, Kansas en enero de 1918. Los Aliados de la Primera Guerra Mundial la llamaron Gripe española porque la pandemia recibió una mayor atención de la prensa en España que en el resto del mundo, ya que España no se vio involucrada en la guerra y por tanto no censuró la información sobre la enfermedad.
En esos años del primer cuarto del siglo pasado se dio este caso del “muerto vivo” de Julimes.
Otra que cuentan es que en la Sierra de Chihuahua, en Madera, otro muerto también ya lo llevaban cargado a hombros en el ataúd, como se estilaba antes (o en carretas jaladas por caballos u otras bestias) y que se va levantando y salen a gorro dejando el ataúd, pero los que se quedaron mencionan que el muerto se levantó pidiendo su atolito.
Jesús C. Aguirre Maldonado
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