Desde que salió por primera vez Mafalda demostró ser una pequeña feminista, lista para revolucionar el mundo el mundo de las mujeres.
Muchas frases de la pequeña feminista hizo quedar mal a sus padres, por ejemplo: “¡Realmente los Reyes se portaron! ¡Qué cosas tan lindas! Voy a ser como mamá. Tengo para limpiar, planchar, lavar, coser, preparar comidas ricas… ¡En fin, todo lo necesario para jugar a que soy una mediocre!”, con estas palabras Mafalda dejó en claro que las mujeres somos más que estar en la cocina, que tenemos muchas habilidades que explotamos y que seguimos descubriendo.
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Y es que Mafalda fue la principal crítica de su madre, de su padre, y todo su entorno. Cada vez que abría la boca, esta simpática niña siempre tenía un ácido comentario a todo lo que parecía una incongruencia.
“La mirada de Mafalda sobre su madre, ama de casa, es más elocuente que cualquier discurso feminista. Y Susanita resume mejor que un estudio sociológico la obsesión de algunas por casarse y tener hijos. Hoy se rebelaría contra el bótox y el bisturí, defendería la causa LGTB y el calentamiento global no la dejaría dormir”, expresó en alguna ocasión Maitena, cocina ilustradora argentina.
Los miles comentarios atinados y consecuentes hicieron que Mafalda sea un ícono del feminismo, de alguna forma es un reflejo de lo que está pasando en América Latina y en todo el mundo: el despertar de un grupo que estuvo dormido en la sumisión y que busca la igualdad.
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