jueves, 16 de julio de 2015

El doloroso estereotipo de belleza que deformó los pies de miles de mujeres en China

Un tortuoso estereotipo de belleza, vinculado al estatus social y el atractivo físico, se mantuvo por más de 1.000 años en China. Se trata del Pie de Loto, un fetiche que comenzó el siglo X y terminó a mediados del XX, causando graves daños a millones de mujeres.
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Pero, ¿en qué consistía esta tradición? Como en la antigua china, los pies pequeños eran considerados un símbolo de belleza, era habitual que se vendaran los pies de las niñas a temprana edad, con el fin de impedir que éstos crecieran. De hecho, el tamaño ideal, conocido como “loto dorado”, era de sólo 7 centímetros.
Existen diversas teorías respecto al origen de esta cuestionada práctica, pero la más aceptada da cuenta que nació en Nanjing entre los años 937 y 975 al alero de la dinastía Song, donde las bailarinas de pies pequeños eran admiradas.
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Como esto causaba una deformidad tal que impedía el normal desplazamiento o realizar tareas pesadas, esta tradición en un primer momento sólo se implementaba en chicas de la élite, quienes no llevaban a cabo labores domésticas ni trabajaban, al contrario de las féminas de clases más modestas, tal como consignó un artículo de la cadena británica BBC. Además, para los hombres era un orgullo que su mujer tuviera pies de loto, porque significaba que tenía el suficiente dinero para mantenerla.
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Pero más adelante, hacia el siglo XIX, familias con menos recursos comenzaron a sumarse a la tendencia, con el fin de subir unos peldaños en la escala social. La costumbre era vendar los pies de la hija mayor para que así pudiera encontrar un marido adinerado que sacara a la familia de la pobreza. No se hacía lo mismo con las hijas menores, porque éstas debían dedicarse a trabajar y colaborar con las tareas del hogar.
Se cree que alrededor del 50% de la población femenina china tenía pies de loto en el siglo XIX.
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Para celebrar el “orgullo” de tener pies de loto, se fabricaban hermosos zapatos de seda, que permitían a las mujeres caminar de una forma muy particular, que era vista como señal de alta alcurnia y sensualidad. Pero para moverse con los pies así, las chicas tenían que luchar por mantener el equilibrio.
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Según el libro Splendid Slippers: A Thousand Years of an Erotic Tradition (Zapatillas espléndidas: Mil años de una tradición erótica) de Beverley Jackson, los hombres muy rara vez veían un pie sin el vendaje, lo que le añadía un componente “erótico”.
“Él podría conocer cualquier otra parte del cuerpo de la mujer, incluyendo los genitales. Su cuerpo (el de las mujeres) era muy real para él, pero los pies, que estaban envueltos, eran literalmente, un misterio”, señala el autor en la publicación.
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En la actualidad aún quedan algunas pocas mujeres con sus pies deformados producto de esta práctica e incluso hay familias que se sienten orgullosas de haber tenido familiares con pies vendados, porque para ellos es sinónimo de que tuvieron un buen pasar.
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Según el libro de Beverley Jackson, el vendado comenzaba cuando las niñas tenían entre 2 y 7 años y comúnmente en invierno, ya que en esta época del año los pies estaban mucho más fríos y por lo mismo, estaban menos sensibles al dolor.
Este proceso enormemente doloroso se realizaba a este edad porque el pie se podía amoldar mejor al no estar completamente desarrollado.
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Para ablandar los pies, antes de vendarlos se sumergían en una solución que tenía agua de hierbas y sangre animal caliente. Enseguida, se cortaban las uñas para evitar rasguños. Luego, se ponían las vendas -sumergidas en la misma mezcla- doblando los dedos con fuerza hacia la planta.
En ese momento, tanto los dedos como el arco se fracturaban y apretaban poniendo una venda encima de otra.
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De acuerdo al libro The Lotus Lovers: The Complete History of the Curious Erotic Tradition of Foot Binding in China (Amantes del Loto: La historia completa de la curiosa tradición erótica del vendado de pies en China), de Howard Levy, cada cierto tiempo los pies de las niñas eran desvendados para verificar que no tuviesen heridas y también para cortar las uñas y masajearlos con el fin de que se suavizaran. Si había tejido muerto, los pies se sumergían en una mezcla para que éste se desprendiera.
Tras acabar este proceso, el pie se volvía a vendar. Y así, la acción se repetía varias veces a la semana. Con el tiempo los huesos quebrados de los pies se comenzaban a reparar, pero quedaban propensos a fracturas. Además el caminar inestable hacía que las mujeres se cayeran con facilidad y sufrieran más lesiones.
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Un estudio al respecto publicado en la revista académica American Journal of Public Health indica que las infección eran comunes en las niñas con pie de loto, debido a que las uñas se encarnaban y provocaban heridas.
Asimismo, como el vendaje estaba tan apretado, la circulación de la sangre también se veía dificultada, por lo que no era raro que se produjera necrosis y en algunos casos incluso se perdieran dedos. Pero cuando esto pasaba, se consideraba algo bueno, porque se facilitaba la postura del vendaje y el pie se veía más chico. Incluso, algunos dejaban heridas sin curar a propósito en los dedos de las niñas para facilitar la muerte de los tejidos.
Pero muchas veces estas infecciones empeoraban y algunas menores morían por septicemia.
Un artículo de 2007 publicado por la asociación de medios estadounidenses NPR, mostró una serie de historias de ancianas chinas que tenían pie de loto, donde la mayoría habló de la verdadera tortura que significaba cargar con esto.
Me arrepiento de mis pies vendados. No puedo bailar, no puedo mover correctamente. Lo lamento mucho. Pero en ese momento, si no vendabas tus pies, nadie se casaría contigo”, dijo Zhou Guizhen, de entonces 86 años.
Vía Difundir.org

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