- Por Odón Elorza
LA
PAZ (BOLIVIA), 25/09/2014.- El eurodiputado y líder del partido español
Podemos, Pablo Iglesias, es visto hoy, jueves 25 de septiembre de 2014,
en La Paz (Bolivia). Iglesias inició en Bolivia una gira que le llevará
también a Ecuador y Uruguay para conocer de primera mano los modelos
económicos soberanistas de estos países que, a su juicio, demuestran que
es posible "hacer las cosas de otra manera". Entre otras actividades,
el líder español tiene previsto un encuentro con el presidente
boliviano, Evo Morales, y un diálogo abierto con el vicepresidente,
Álvaro García Linera. EFE/ Martín Alipaz.
"Podemos",
que no arrastra promesas incumplidas ni cargas del poder, empieza a
encabezar encuestas con la mayor intención de voto directo. Y para
seguir creciendo parece estar dispuesto a filtrar y revisar algunos de
sus postulados. Porque hay demasiados ejemplos de promesas electorales,
en particular las ofertas populistas del PP en las generales de 2011,
efectuadas sin ningún rigor e imposibles de cumplir. Y Podemos lo sabe.
Es positivo que Podemos, en su Asamblea y tras subir a los cielos de
las encuestas, comience a moderar su programa. Su increíble ascenso
electoral responde a que ha sabido aprovechar la tardía reacción del
PSOE tras dejar durante cinco años un espacio político libre que lo
han ocupado con fuerza e ilusión contagiosa los sucesores del 15-M.
Alguien ha dicho que lo que no conseguían los efectos dramáticos de la
crisis y el paro en millones de familias lo ha materializado la
tormenta de corrupción, la inmoralidad y la pasividad de las
instituciones. Por eso no será posible la regeneración con Rajoy, un
Presidente temeroso de que algún imputado cante para salvar el culo.
En realidad es la suma de la forma tan injusta de gestionar la crisis por el PP y los casos sin fin de corrupción lo que ha provocado esta explosión de rechazo social, en clave democrática, a los partidos de gobierno. Lo que tenía que pasar ha sucedido, pillando al PSOE débil y -lo que resulta más difícil de explicar- dejando a IU sumido en el desconcierto cuando hace tan sólo un año se las prometía felices.
En todo caso, bienvenido sea Podemos a los futuros círculos de poder para transformar la realidad como hizo intermitentemente el PSOE que está pasando de ser consciente de la gravedad de la situación ciudadana y de sus errores a actuar con conciencia moral.
Sin embargo, lo cortés no quita lo valiente. Y no me resisto a reflexionar sobre unas manifestaciones de Pablo Iglesias, realizadas el 7 de noviembre de 2012 en su propio programa de televisión, "La Tuerka". Y lo hago, no por soberbia o por nerviosismo, sino por tratar de clarificar el pensamiento de quien se ha convertido en un firme aspirante a La Moncloa.
Las frases del monólogo -llamado así por el propio Iglesias- que me encontré en la red, son el núcleo central de un video de acceso público en YouTube titulado: "el derecho a portar armas es una de las bases de la democracia". En él mezcla datos históricos sobre el devenir de USA con comentarios de fina ironía y sentencias políticas discutibles en estos tiempos.¿Anécdota o un síntoma?
Dice literalmente Iglesias: "Reivindico el derecho de todos los ciudadanos USA a llevar armas. (...) Portar armas es una de las bases de la democracia. Si algo sabían los patriotas americanos que expulsaron a los ingleses, es que la democracia es incompatible con el monopolio de la violencia por parte del Estado. Si la democracia es tal, si el poder está repartido y si la base del poder es la violencia, el Pueblo no puede delegar el fundamento de la soberanía. (...) Un Pueblo desarmado puede ser sometido a la esclavitud en cualquier momento".
De entrada, la primera vez no capté bien su contenido. Eso me llevó a ver el video hasta tres veces y es cuando me preocupó. No puedo compartir esa forma equívoca de entender la democracia, ni su justificación del derecho a portar armas en USA, ni esa vieja concepción revolucionaria de la soberanía que no reconoce que la violencia legítima es monopolio del Estado. Discrepo.
Cuando colgué el video en twitter -antes de las recientes encuestas- recibí comentarios que leí con interés y respondí a los que me reprochaban que yo participara en un acoso demagógico a Podemos. Otros decían que no había entendido la ironía de su líder, o que eran teorizaciones antiguas a no tener en cuenta o incluso que es verdad que el Estado no puede tener el monopolio de la violencia.
El caso es que pocos tuits reconocieron que fueran unas afirmaciones desafortunadas e imagino que hoy, pensando en La Moncloa y con la obsesión de acabar con la casta socialista, no las haría porque perjudicarían su estrategia de sumar votos de todo color.¿O no? Normalmente no habría prestado mayor atención a un monólogo pero este pertenece a un político muy relevante, un eurodiputado que quiere ser Presidente, sí, de un país roto y cabreado. Ante todo ello mi actitud no es la de resistir sino la de ayudar a reconstruir el Estado de Derecho y un estado colectivo de cierta felicidad perdida.
En realidad es la suma de la forma tan injusta de gestionar la crisis por el PP y los casos sin fin de corrupción lo que ha provocado esta explosión de rechazo social, en clave democrática, a los partidos de gobierno. Lo que tenía que pasar ha sucedido, pillando al PSOE débil y -lo que resulta más difícil de explicar- dejando a IU sumido en el desconcierto cuando hace tan sólo un año se las prometía felices.
En todo caso, bienvenido sea Podemos a los futuros círculos de poder para transformar la realidad como hizo intermitentemente el PSOE que está pasando de ser consciente de la gravedad de la situación ciudadana y de sus errores a actuar con conciencia moral.
Sin embargo, lo cortés no quita lo valiente. Y no me resisto a reflexionar sobre unas manifestaciones de Pablo Iglesias, realizadas el 7 de noviembre de 2012 en su propio programa de televisión, "La Tuerka". Y lo hago, no por soberbia o por nerviosismo, sino por tratar de clarificar el pensamiento de quien se ha convertido en un firme aspirante a La Moncloa.
Las frases del monólogo -llamado así por el propio Iglesias- que me encontré en la red, son el núcleo central de un video de acceso público en YouTube titulado: "el derecho a portar armas es una de las bases de la democracia". En él mezcla datos históricos sobre el devenir de USA con comentarios de fina ironía y sentencias políticas discutibles en estos tiempos.¿Anécdota o un síntoma?
Dice literalmente Iglesias: "Reivindico el derecho de todos los ciudadanos USA a llevar armas. (...) Portar armas es una de las bases de la democracia. Si algo sabían los patriotas americanos que expulsaron a los ingleses, es que la democracia es incompatible con el monopolio de la violencia por parte del Estado. Si la democracia es tal, si el poder está repartido y si la base del poder es la violencia, el Pueblo no puede delegar el fundamento de la soberanía. (...) Un Pueblo desarmado puede ser sometido a la esclavitud en cualquier momento".
De entrada, la primera vez no capté bien su contenido. Eso me llevó a ver el video hasta tres veces y es cuando me preocupó. No puedo compartir esa forma equívoca de entender la democracia, ni su justificación del derecho a portar armas en USA, ni esa vieja concepción revolucionaria de la soberanía que no reconoce que la violencia legítima es monopolio del Estado. Discrepo.
Cuando colgué el video en twitter -antes de las recientes encuestas- recibí comentarios que leí con interés y respondí a los que me reprochaban que yo participara en un acoso demagógico a Podemos. Otros decían que no había entendido la ironía de su líder, o que eran teorizaciones antiguas a no tener en cuenta o incluso que es verdad que el Estado no puede tener el monopolio de la violencia.
El caso es que pocos tuits reconocieron que fueran unas afirmaciones desafortunadas e imagino que hoy, pensando en La Moncloa y con la obsesión de acabar con la casta socialista, no las haría porque perjudicarían su estrategia de sumar votos de todo color.¿O no? Normalmente no habría prestado mayor atención a un monólogo pero este pertenece a un político muy relevante, un eurodiputado que quiere ser Presidente, sí, de un país roto y cabreado. Ante todo ello mi actitud no es la de resistir sino la de ayudar a reconstruir el Estado de Derecho y un estado colectivo de cierta felicidad perdida.
