Una mujer de 34 años fue atacada por una gran víbora en el baño de su casa, en el este de Singapur, la cual escapó por las tuberías. A pesar de las heridas, la víctima está fuera de peligro.
Noraslinda Asat,
de 34 años, es un ama de casa radicada en Singapur que fue sorprendida
“desde abajo” por el animal de cerca de dos metros, justo cuando acababa
de sentarse en el inodoro para hacer sus necesidades fisiológicas.
Según cuenta el diario local My Paper, la joven acababa de sentarse cuando sintió un sonido burbujeante y al acto un dolor agudo a la altura del muslo. La continuación de esta escena fue igual de dramática: apenas se hubo levantado impetuosamente, comprendió que el reptil seguía prendido a su pierna, generándole un dolor imponente. Noraslinda intentó agarrarla, pero la serpiente era tan gruesa que su mano no alcanzaba a ajustarse para hacer presión sobre ella. Entonces no le quedó más remedio que apretar la misma cabeza del animal, hasta salir de ella.
Su hija, Adriana, de tan solo cuatro años, hacía unos minutos que había utilizado el mismo inodoro.
Mohammad Fitri Kassim, el esposo de la mujer atacada, llamó con prisa a una ambulancia, pues ella empezó a sentirse débil y somnolienta. Los médicos y las enfermeras del hospital General Changi, a donde Noraslinda fue remitida, elogiaron su valentía, pues por regla general las mujeres, argumentaron, suelen desmayarse durante este tipo de desagradable encuentro.
Se trataba de una serpiente de color marrón con manchas más oscuras, relata la paciente al diario My Paper. “No podía ni siquiera ver su cola en la taza del inodoro ", concluyó.
Especialistas no pudieron atrapar a la serpiente. Ellos mismos consideraron que muy probablemente el animal regresó por donde mismo había aparecido.
Esa misma noche, Noraslinda llamó a su hermano, que ejerce como controlador de plagas. El hombre abrió el registro para desechos que se ubica fuera del edificio y descubrió a la serpiente, que “parecía cansada y asustada”, pero esta volvió a huir a través de una grieta.
Desde entonces, la señora Fátima, madre de la joven atacada por la serpiente, vierte ollas de agua caliente a través del hueco de ese inodoro, lo cierra con tapa, y encima coloca un pesado ladrillo.
De más está insistir en que a Noraslinda Asat se le hace muy difícil volver a sentarse en tan socorrido –y a veces peligroso-- elemento de porcelana.
Según cuenta el diario local My Paper, la joven acababa de sentarse cuando sintió un sonido burbujeante y al acto un dolor agudo a la altura del muslo. La continuación de esta escena fue igual de dramática: apenas se hubo levantado impetuosamente, comprendió que el reptil seguía prendido a su pierna, generándole un dolor imponente. Noraslinda intentó agarrarla, pero la serpiente era tan gruesa que su mano no alcanzaba a ajustarse para hacer presión sobre ella. Entonces no le quedó más remedio que apretar la misma cabeza del animal, hasta salir de ella.
Su hija, Adriana, de tan solo cuatro años, hacía unos minutos que había utilizado el mismo inodoro.
Mohammad Fitri Kassim, el esposo de la mujer atacada, llamó con prisa a una ambulancia, pues ella empezó a sentirse débil y somnolienta. Los médicos y las enfermeras del hospital General Changi, a donde Noraslinda fue remitida, elogiaron su valentía, pues por regla general las mujeres, argumentaron, suelen desmayarse durante este tipo de desagradable encuentro.
Se trataba de una serpiente de color marrón con manchas más oscuras, relata la paciente al diario My Paper. “No podía ni siquiera ver su cola en la taza del inodoro ", concluyó.
Especialistas no pudieron atrapar a la serpiente. Ellos mismos consideraron que muy probablemente el animal regresó por donde mismo había aparecido.
Esa misma noche, Noraslinda llamó a su hermano, que ejerce como controlador de plagas. El hombre abrió el registro para desechos que se ubica fuera del edificio y descubrió a la serpiente, que “parecía cansada y asustada”, pero esta volvió a huir a través de una grieta.
Desde entonces, la señora Fátima, madre de la joven atacada por la serpiente, vierte ollas de agua caliente a través del hueco de ese inodoro, lo cierra con tapa, y encima coloca un pesado ladrillo.
De más está insistir en que a Noraslinda Asat se le hace muy difícil volver a sentarse en tan socorrido –y a veces peligroso-- elemento de porcelana.