En 2013, la venezolana Gabriela Isler
recibió la corona y la banda que la acreditaron como Miss Universo. Días
después, el ataque en redes sociales comenzó al mostrar fotos del
"verdadero" rostro de esta mujer, que se presume fue sometida a varias
cirugías estéticas antes de presentarse en el certamen.
"Se coronó a los cirujanos", dijeron algunos; mientras ella defendía su belleza diciendo que la naturaleza la había dotado de todo.
El caso de Gabriela es uno más de los muchos que se escuchan entre estas mujeres "perfectas". Otro igual de sonado, que incluso fue tema de un documental de la BBC, es el de Wi May Nava, una chica también de Venezuela, que confesó ante las cámaras haber costurado una malla a su boca para bajar de peso.
La malla supralingual es un método que venden en las clínicas estéticas para bajar de peso rápidamente, ya que el dolor que provoca cuando se ponen sólidos, impide comerlos, por lo que esta chica aseguró que todo lo licuaba para comerlo.
Es cierto que en los certámenes de belleza cada vez se suavizan más las reglas, lo que permite que incluso transexuales se inscriban y representen a su país como una mujer.
Tras las cirugías, se verían como "bromas" infantiles algunos trucos como ponerse gel en la cara para que luzca firme, llenarle las piernas de spray para cabello antes de desfilar para que la flacidez no se haga presente, o hacer dietas de agua y manzana en días previos al concurso.
¿Todo será por una corona o es un culto a la belleza que no conoce límites?