lunes, 31 de marzo de 2014

El verdadero iron man el asesinato mas torpe de la historia





Mayo de 1933, New York. La policia ordena abrir una fosa comun para los sin techo del cementerio de Ferncliff, en el condado de Westchester. Sepultado tras casi cuatro metros de arena, encuentran el cuerpo que han venido a buscar. Mike Malloy, un pobre diablo al que su adiccion al alcohol y una neumonia lobular acabaron arrastrandolo a la tumba al menos eso es lo que dice el certificado de defuncion.

Pero el fiscal del distrito del Bronx, Samuel Foley, no acostumbra a investigar muertes de vulgares borrachos. Sospecha que la muerte de Malloy oculta sin embargo una historia mucho mas turbia… la de la peor banda de criminales de New York y el hombre con el higado mas resistente del planeta.



Corrian los ultimos dias de la Ley Seca, cuando el consumo de alcohol estaba prohibido la mafia y los bares clandestinos proliferaban en rincones oscuros y respetables tiendas por toda la ciudad. Antonio Marino era precisamente propietario de uno de esos bares, situado en el barrio del Bronx.

Tambien eran los ultimos coletazos de la Gran Depresion. La tasa de paro rondando el 50% y la falta de oportunidades ocasionaron que muchos desesperados recurrieran a cualquier metodo al alcance para llenar sus bolsillos. Fue el caso de Marino, que junto a su camarero, Joe Murphy, un empleado de una funeraria llamado Frank Pasquay su amigo Dan Kriesberg, diseñaron un plan consistente en hacer firmar suculentos seguros de vida a alcoholicos indigentes para luego asesinarlos en los etilicos vapores de Baco.

Pero la abyecta banda no contaba con Mike Malloy. En principio parecia la victima perfecta: irlandes, cincuenta años, ex-bombero y ex-ingeniero, vagabundo y alcoholico de actual profesion mataba las horas calentando sillas en tugurios clandestinos como los de Antonio Marino.

Empezaron invitandole a tragos, le engañaron para hacerle firmar tres seguros de vida por un valor total de 1.800 dolares y hasta le colocaron una almohada en la calle para dormir las resacas. El pobre Malloy, acostumbrado a no tener blanca ni para empinar el codo, no podia estar mas agradecido.

Pasaban las semanas y la salud del irlandes no parecia especialmente afectada, asi que Marino y comparsa decidieron acelerar el proceso. Empezaron mezclandole la bebida con anticongelante. Tras un primer trago, en que Malloy alabo la suavidad del nuevo brebaje, se desplomo en el suelo del bar para volver a levantarse declarando tener una sed de mil demonios.



Durante las siguientes semanas le fueron sirviendo mayores dosis de anticongelante, primero despues trementina y finalmente linimento de caballo con veneno para ratas. Malloy seguia bebiendo sin sospechar nada ni creer su buena suerte.

Mas tarde le sirvieron ostras crudas empapadas en metanol. Tras comerse dos docenas, el entusiasmado Mike animo al todavia estupefacto Marino a abrir un restaurante. Le siguieron una racion de sardinas podridas salpicadas de virutas de estaño. Tampoco funciono.

Hartos de esperar, los frustrados asesinos llevaron al agradecido y beodo comensal a Claremont Park, para quitarle el abrigo, empaparlo en agua y abandonarlo sobre la nieve. Lo que no podia hacer el veneno seria trabajo para el invierno neoyorquino.

Cual fue su sorpresa cuando a la noche siguiente Malloy reaparecia en el local vestido con un traje nuevo. La suerte habia querido que la policia lo encontrara y una organizacion benefica le habia proporcionado ropa nueva.
Los frustrados defraudadores ya no sabian que hacer. Decidieron contratar a un taxista, Harry Green, al que pagaron 150 dolares para atropellarlo con su coche. El primer intento fallo cuando como por arte de magia Malloy esquivo la primera embestida del bolido. La segunda vez el taxi le dio de lleno.

Una fractura de craneo, de hombro y una conmocion cerebral no fueron capaces de acabar con su vida ni con su sed por lo que reaparecio tiempo despues en el bar de sus ‘buenos amigos’, que no terminaban de creer su mala suerte.

El grupo decidio que solo les quedaba una solucion: matarlo ellos mismos con sus manos.

La noche de un 22 de febrero, Marino retaba a Malloy a una competicion de beber. El primero bebia whisky, el segundo alcohol para madera. No tenemos claro quien gano, pero cuando Malloy ya estaba muy borracho lo trasladaron a un piso en Fulton Avenue, le colocaron una toalla en la boca y engancharon un tubo conectado a una llave de gas.



Por fin, despues de innumerables intentos, Mike Malloy habia muerto.

Cincuenta dolares bastaron para una autopsia falsa. Enterraron el cuerpo en una caja de 12 $ apenas cuatro horas de pues de haber cometido el crimen. Joe Murphy, el camarero homicida, cobro 800 $ dolares del seguro haciendose pasar por el hermano de Malloy. Parecia que a fin de cuentas todo habia terminado bien para la banda.

No contaban con que tiempo despues Murphy entraria en la carcel por otros cargos. Los agentes de seguros empezaron a sospechar de este hecho y la autopsia del cadaver termino por aclararlo todo. Los cuatro malhechores fueron rapidamente arrestados.

Durante el extravagante juicio, los acusados alegaron demencia, se culparon los unos a los otros y hasta declararon haber sido obligados por un conocido ganster local. Los cuatro fueron ejecutados en la silla electrica y recordados como una de las bandas mas incompetentes de la historia criminal de la ciudad.

En cuanto al pobre Myke Malloy, fue enterrado de nuevo y su historia hecha publica, lo que le sirvio para ser conocido postumamente como “Mike the durable” o “Iron Mike”. La muerte de Mike Malloy, uno de los asesinatos mas torpes de la historia