Los Reyes Magos de Oriente ya han comenzado su viaje y en pocos días llegarán a España para repartir regalos entre
los niños y niñas que se hayan portado bien durante el año. Mientras
tanto, en la víspera de la gran noche, miles de réplicas de sus
majestades se pasearán a caballo, camello, monopatín o lo primero que
pillen para tratar de impresionar a los más pequeños de cada pueblo,
hospital, colegio o centro comercial.
Ropas brillantes y majestuosas, coronas de latón, barbas postizas, piedras preciosas de plástico, pintura negra… Sí, kilos y kilos de pintura negra para convertir a los paliduchos de turno en auténticos Baltasares. A falta de hombres negros de verdad…
“Se nota mucho que están pintados. Cuando los pajes pasan por al lado
con las antorchas y les iluminan”, cuenta Joseba, de 9 años.
“Además, algunos llevan guantes y cuando levantan los brazos para echar caramelos se les ve el brazo blanco. Y otros también van sin guantes, esos se notan más”, añade Laura, de 10 años.
“¡Y además cuando te acercas a darles un beso, pintan!”, exclama Jon, de 9 años, justo antes de echarse a reír, traviesamente.
Y no solo eso, la pintura con la que se untan los falsos reyes es tan
negra en ocasiones, que si cierran los ojos se pierden cual sombras
entre los coloridos ropajes reales. A pie de calle, cuesta distinguir
las facciones de ese oscuro ser a lomos de un camello. Que, dicho sea de
paso, la piel de las personas de raza negra no es negra, sino marrón oscura; importante detalle a la hora de colorear al Baltasar de turno.
A pesar del flagrante engaño al que sometemos a los pobres críos el día de la cabalgata, estos no tienen un pelo de tontos y saben perfectamente cuándo un Baltasar viene negro de origen y cuándo lo han embadurnado en pintura negra.
Y la gran cuestión es: Habiendo como hay una interesante población de raza negra repartida por la geografía española, ¿por qué en algunas grandes ciudades se sigue usando pintura? Bien,
vale, tal vez no todos los negros estén dispuestos a asumir tan
importante responsabilidad y aguantar a los críos. Aunque cuesta
creerlo.
En Pamplona, por ejemplo, han puesto en marcha una iniciativa ciudadana a través del portal change.org para pedir que el próximo Rey Baltasar sea negro de
verdad. “En Pamplona hay muchos ciudadanos negros que harían el papel
de Baltasar perfectamente. Es un insulto a ellos que a día de hoy
Baltasar sea un tipo con la cara pintada”, dicen en uno de los
comentarios.
En Madrid también han acudido a la misma plataforma para pedir un Baltasar negro auténtico. “No
tiene sentido que a estas alturas el rey Baltasar en nuestra cabalgata
sea un señor blanco pintado de negro. Afortunadamente, con la diversidad
que existe en nuestra sociedad, esto ni es necesario, ni tiene ningún sentido“, señala el impulsor de la iniciativa, Miguel Calabria.
Además de ser un insulto a los propios ciudadanos de raza negra, también es una tortura para quienes han de untarse de pintura hasta dentro de las orejas y luego quitarse todo ese pringue para que no quede ni rastro del crimen.
Si bien es cierto que algunos Baltasares pintados están muy logrados (color, cobertura, brillo…), la norma general es que parezcan más falsos que un euro con la cara de Popeye,
incluso a oscuras y vistos desde lejos. Pero, sin duda, el premio al
rey Baltasar más cutre de todos los tiempos se lo lleva el siguiente
sujeto, que seguro habrá hecho que todos los críos salgan huyendo:
Jesulín, con ronchones de pintura. Al parecer se quedó sin pintura y tuvo que apurar.
Moreno que no llega a negro, con manos negras que dan el cante a leguas.
Nota para los padres de los niños que acompañan a Manuel Díaz ‘El Cordobés’: Tan importante como pintarse la cara es pintarse el cuello, las orejas y cualquier superficie de carne visible.
Alberto Ruiz-Gallardón en la cabalgata de Madrid cuando era alcalde de la capital (2006), un terrorífico espectáculo.
¡Síguenos en Facetrambotic y en Twitterbotic!