Todo el mundo ha oído hablar del club de los 27, esos artistas que palman jóvenes y dejan un bonito cadáver como Jimi Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain y Amy Winehouse (bueno, lo de bonito cadáver entra en gustos). Sin embargo, el súmmum para
un artista que se precie, su clímax ontológico, es morir sobre las
tablas, aferrado a un micrófono en un último y pavoroso alarido. Pocos
son los afortunados que han abandonado este mundo llevados en volandas
por las musas.
No obstante, el elenco de
modalidades de deceso en medio de una performance es bastante surtido y
nutrido. Hay para todos los gustos: ataques al corazón,
suicidios, asesinatos por arma de fuego, caídas tontas,
electrocuciones, aneurismas… Y todo ello en -demasiado- riguroso
directo. Apelando a los más bajos instintos de los lectores, aquí va una
pequeña lista:Molière, dramaturgo
La muerte en escena más antigua, y probablemente más
famosa, de la que se tiene noticia es la de Molière. El escritor y actor
francés murió de un violento ataque de tos en medio de, sí, en serio, ‘El enfermo imaginario’. El siglo XVII era una época muy atrasada en la que se vivía sin Instagram, por lo que tendrás que conformarte con un torpe grabado.
Mark Sandman, cantante
El energético frontman de Morphine lo dio
todo en un concierto en Palestrina, Roma, en el año 1999. Tras un
cortés: “Gracias Palestrina”, se desplomó en el acto víctima de un
fulminante ataque al corazón, una de las modalidades más socorridas en
el ramo. Quedan fotos de aquel luctuoso día aunque, para desconsuelo de
los más morbosos, solo se conservan algunas imágenes de los instantes previos al colapso.
MC Daleste, cantante
Si practicas algún subgénero como el rap o el hip-hop, vienes de algún suburbio y eres más moreno de la cuenta tienes bastantes papeletas para morir en una balasera. Hey, no lo digo yo, lo dice Wikipedia.
A Daleste, un oscuro rapero brasileño, le pegaron un tiro en vivo, por
desafortunada que resulte la expresión en este contexto. ¿Lo peor de
todo? Está grabado y, si eres lo suficientemente indecente, puedes verlo aquí.
Tommy Cooper, cómico
Si la muerte es la broma más pesada que existe, Cooper la
llevó a otro nivel. En 1984, el cómico e ilusionista británico, que
había convertido los trucos fallidos en su número
estrella, cayó redondo afectado por un ataque al corazón mientras
participaba en un sketch humorístico del show televisivo en directo Live From Her Majesty’s. El público siguió partiéndose la caja durante un buen rato hasta que se dio cuenta de que la cosa no iba en broma. Las carcajadas más escalofriantes de la historia pueden escucharse aquí.
Keith Relf, guitarrista
En los 70 no todo era morir de sobredosis en un hotel, sino que también había espacio para muertes más imaginativas, y mucho más tontas si cabe. En 1976, Keith Relf, el cantante de los Yardbirds, tuvo la brillante idea de ponerse a tocar la guitarra (eléctrica) en la bañera, con un resultado más que previsible para
cualquier persona con dos dedos de frente. Lástima que por aquella
época no se llevara el unplugged. En realidad se trata de una leyenda
urbana, pero esto no sería Internet sin un punto de desinformación. En
puridad, sí que murió electrocutado tocando la guitarra, aunque de
manera más prosaica.
Tiago Klimeck, actor
Hay una oscura -y densa- película independiente de Bertrand Tavernier titulada ‘La muerte en directo’ (1980), y desde luego el mundo dramático (no pun intended) da mucho material para este artículo. Ya se sabe, Bruce Lee, Brandon Lee, Supermán…
La muerte de Klimeck resulta especialmente pregnante, ya que la diñó
haciendo de Judas mientras recreaba la legendaria escena del
ahorcamiento. Sobran las explicaciones.
PD. Hay alguna foto gore de la noche de autos, pero es tan bajonera que preferimos no ponerla.
Ay, ay, ay…Karl Wallenda, equilibrista
Tampoco hacen falta más explicaciones. Pero si quieres carnaza y circo rumano, aquí va.
Viktor Sedov, violinista
En los colistas tenemos a este
maduro segundo violinista del Bolshoi ruso. Decimos colista porque el
pobre Sedov no pudo morir sobre las tablas como seguramente habría
deseado si hubiera tenido opción, sino que se partió la crisma al caer
al foso de la orquesta. Las heridas fueron incompatibles con la vida,
como se suele decir.
Sexy Cora, ¿actriz?
A modo de colofón, estamos obligados a conceder un segundo accésit a la alemana Sexy Cora, otra colista, esta
vez en el sentido más estricto del término. Vale que era actriz porno,
como cabe imaginar, y que solo estuvo a las puertas de la muerte, pero
el empeño con que intentó batir el récord mundial de fellatios la
encumbra al menos al último puesto de este trágico ranking. Además, está
comprobado que calzar algo de pornete en un artículo siempre incrementa el tráfico de la página.
A lo que íbamos, en 2009 Cora la felatriz tuvo que ser ingresada de
urgencia en un hospital de Hamburgo con síntomas manifiestos de asfixia
después de acometer la maniobra de succión número 75. Aunque esa vez no pudo ser, al final la parca parca se la llevó en sus garras cuando la teutona quiso meterse unos implantes mamarios de silicona
de casi un kilo la pieza. En medio de la intervención sufriría un
ataque cardíaco que la llevó a la tumba pocos días después. No, Cora,
ser una mujer de infarto no iba de eso.
Con información de Wikipedia, BBC, Daily Mail y La Vanguardia,