Pocos han podido ver lo que el ingeniero Carlos Matilla va a mostrar a
Crónica. En su particular garaje, al que únicamente dos personas tienen
acceso, hasta la última pieza del primer coche volador español se
mantiene oculta. «Ahora lo vas a ver». Carlos, uno de los padres del
HeliKar, teclea una clave y de la pantalla del ordenador asoma la joya.
«Es como un Ferrari que vuela», apunta. Más veloz incluso que un Fórmula
Uno, 430 Km/h.; Madrid-Barcelona, ida y vuelta, sin repostar. Sin
atascos ni semáforos. Despega y aterriza en vertical, como si levitara.
En el coche caben dos personas y 40 kilos de equipaje. En primavera
se harán pruebas en el túnel de viento, explica el ingeniero Carlos
Matilla mientras muestra una simulación del HiKar
«Puedes aparcarlo en la puerta de tu casa», añade Matilla, «y desde
allí desplazarte a cualquier punto de manera rápida y segura». Blade
Runner hecho realidad. Extrañas naves con ruedas y alas que compartían
altura con las azoteas de los rascacielos, contaba aquella historia de
ficción, situada en noviembre de 2019. Ya no falta tanto. Estamos en
noviembre de 2013 y el primer prototipo del coche volador made in Spain
entrará en un túnel de viento la próxima primavera. Pesa 700 kilos y
puede echar a volar incluso desde el jardín de una vivienda. ¿Error?
«Mínimo», aseguran los ingenieros. Por supuesto, para su manejo, el
conductor dispondrá en todo momento de la ayuda de un piloto automático.
En el caso de accidente en el aire, un paracaídas hará que el coche
caiga suavemente, sin riesgo para la vida de los ocupantes.
«Cualquiera podrá manejarlo, bastarán unos conocimientos extra que los requeridos para tener el carné de conducir». Y a un precio -250.000 euros el básico y 900.000 la versión de lujo- mucho menor que el de otros transportes.
La apuesta inicial es comercializarlo en el mercado de los transportes Premium, donde el helicóptero [dos millones de euros la unidad] se ha convertido en el vehículo privado de culto entre altos ejecutivos, deportistas y multimillonarios, deseosos de moverse sin atascos -y a salvo de secuestros y atracos- por ciudades congestionadas como México DC, Singapur o Sao Paulo, 20 millones de habitantes, donde más de seis millones de vehículos compiten a diario por cada metro de asfalto. La capital brasileña cuenta ya con cerca de 2.000 helicópteros, la mayoría de empresas, que por no menos de 500 euros la hora hacen de taxis aéreos, con una media de 1.600 desplazamientos al día.
Inspirado, precisamente, en Blade Runner, tal vez la película que más ha influido en los ingenieros del HeliKar, el coche volador español comenzó a plasmarse en los planos hace cuatro años. A posteriori, junto con el también ingeniero José Joaquín Vila, crearon la empresa FuVex (Future Vehicles and Entrepreneurs), encargada del diseño y la mecánica del coche volador. Podrán viajar dos ocupantes y 40 kilos de equipaje.
«Hablar de ficción ya no es correcto, y nosotros, con nuestro coche, nos hemos adelantado a los estadounidense e israelíes, nuestros directos competidores», explica, orgulloso de su criatura, el ingeniero Matilla. «Estamos convencidos, por los cálculos realizados, que nuestro modelo es más seguro». Revela más: «En este momento hay muchas posibilidades de que lo hagamos fuera de España, en México, donde varias empresas están interesadas, o en otro país, aunque de verdad lo que nos gustaría es que la producción se hiciera completa en España».
-¿Han tenido ofertas?
-De momento, no. El país está como está... En EEUU están muy sorprendidos con el modelo. Y no entienden que aquí nadie todavía haya dado el paso.
La hoja de ruta que los ingenieros se han trazado pasa por conseguir cuanto antes el millón y medio de euros necesarios para que el prototipo de coche volador arranque. El paso de la ficción a la realidad. Si los plazos se cumplen, la presentación mundial en el París Air Show se haría dentro de año y medio. «No podemos permitir que los de Israel y de Estados Unidos se nos adelanten», dice Matilla, también autor del primer autogiro no tripulado del mundo.
-¿En qué es mejor este coche volador, comparado con sus rivales?
-Hay determinados piezas, además del diseño, que no puedo desvelar. Es como si a Red Bull se le pregunta por qué su F-1 corre más. Nosotros, como es lógico, también tenemos secretos...
-¿Cree que en España alguien se compraría un coche así?
-Llamaría muchísimo la atención, más que, por ejemplo, en Nueva York o en Pekín.
En sólo 40 días, el tiempo de fabricación en serie, el comprador dispondrá de un coche volador, y podrá repostar en cualquier aeródromo, cargando la misma gasolina de un jet convencional.
Otro de los usos previstos se centra en el campo militar, como vehículo de vigilancia -puede convertirse en un drone- o de ataque, con misiles y ametralladoras. Versión que, según ha podido saber Crónica, no descarta el Ejército español.
«Hemos estudiado dos posibles formas de sacar adelante este proyecto», resume Carlos Matilla. «Fabricar y comercializar el HeliKar en solitario o vender el desarrollo a otra empresa. Este tipo de vehículos está sin explotar. La Moller International, empresa americana, y la israelí Urban Aeronautics han fracasado, y sabemos por qué, de modo que el que primero fabrique el coche volador se llevará el gato al agua». O, dicho de otro modo, el cielo de las ciudades.
«Cualquiera podrá manejarlo, bastarán unos conocimientos extra que los requeridos para tener el carné de conducir». Y a un precio -250.000 euros el básico y 900.000 la versión de lujo- mucho menor que el de otros transportes.
La apuesta inicial es comercializarlo en el mercado de los transportes Premium, donde el helicóptero [dos millones de euros la unidad] se ha convertido en el vehículo privado de culto entre altos ejecutivos, deportistas y multimillonarios, deseosos de moverse sin atascos -y a salvo de secuestros y atracos- por ciudades congestionadas como México DC, Singapur o Sao Paulo, 20 millones de habitantes, donde más de seis millones de vehículos compiten a diario por cada metro de asfalto. La capital brasileña cuenta ya con cerca de 2.000 helicópteros, la mayoría de empresas, que por no menos de 500 euros la hora hacen de taxis aéreos, con una media de 1.600 desplazamientos al día.
Inspirado, precisamente, en Blade Runner, tal vez la película que más ha influido en los ingenieros del HeliKar, el coche volador español comenzó a plasmarse en los planos hace cuatro años. A posteriori, junto con el también ingeniero José Joaquín Vila, crearon la empresa FuVex (Future Vehicles and Entrepreneurs), encargada del diseño y la mecánica del coche volador. Podrán viajar dos ocupantes y 40 kilos de equipaje.
«Hablar de ficción ya no es correcto, y nosotros, con nuestro coche, nos hemos adelantado a los estadounidense e israelíes, nuestros directos competidores», explica, orgulloso de su criatura, el ingeniero Matilla. «Estamos convencidos, por los cálculos realizados, que nuestro modelo es más seguro». Revela más: «En este momento hay muchas posibilidades de que lo hagamos fuera de España, en México, donde varias empresas están interesadas, o en otro país, aunque de verdad lo que nos gustaría es que la producción se hiciera completa en España».
-¿Han tenido ofertas?
-De momento, no. El país está como está... En EEUU están muy sorprendidos con el modelo. Y no entienden que aquí nadie todavía haya dado el paso.
La hoja de ruta que los ingenieros se han trazado pasa por conseguir cuanto antes el millón y medio de euros necesarios para que el prototipo de coche volador arranque. El paso de la ficción a la realidad. Si los plazos se cumplen, la presentación mundial en el París Air Show se haría dentro de año y medio. «No podemos permitir que los de Israel y de Estados Unidos se nos adelanten», dice Matilla, también autor del primer autogiro no tripulado del mundo.
-¿En qué es mejor este coche volador, comparado con sus rivales?
-Hay determinados piezas, además del diseño, que no puedo desvelar. Es como si a Red Bull se le pregunta por qué su F-1 corre más. Nosotros, como es lógico, también tenemos secretos...
-¿Cree que en España alguien se compraría un coche así?
-Llamaría muchísimo la atención, más que, por ejemplo, en Nueva York o en Pekín.
En sólo 40 días, el tiempo de fabricación en serie, el comprador dispondrá de un coche volador, y podrá repostar en cualquier aeródromo, cargando la misma gasolina de un jet convencional.
Otro de los usos previstos se centra en el campo militar, como vehículo de vigilancia -puede convertirse en un drone- o de ataque, con misiles y ametralladoras. Versión que, según ha podido saber Crónica, no descarta el Ejército español.
«Hemos estudiado dos posibles formas de sacar adelante este proyecto», resume Carlos Matilla. «Fabricar y comercializar el HeliKar en solitario o vender el desarrollo a otra empresa. Este tipo de vehículos está sin explotar. La Moller International, empresa americana, y la israelí Urban Aeronautics han fracasado, y sabemos por qué, de modo que el que primero fabrique el coche volador se llevará el gato al agua». O, dicho de otro modo, el cielo de las ciudades.