Con un toque suave y casi hipnótico, el
dios griego Tánatos cumplía la tarea de quitar la vida a los hombres.
Hoy, su nombre se relaciona con ese último momento al que estamos
destinados: la muerte. Temerla es natural, pero cuando el miedo nos
domina, es momento de buscar ayuda
EFE/Katia Christodoulou
Acudir a un funeral, saber que alguien cercano ha
muerto o la simple idea de morir incomoda a cualquiera pero, cuando esa
incomodidad se transforma en ataques de pánico o ansiedad y afecta a
nuestra vida estamos hablando de tanatofobia, fobia a la muerte.
“En general, nadie quiere morir pero eso es algo natural. Todos tenemos que afrontar la muerte. El problema es que algunas personas se obsesionan con la idea de que van a morir, tienen una existencia muy desgraciada y desarrollan un trastorno mental”, señala Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS).
De acuerdo con el experto, los individuos que presentan este problema suelen tener personalidades obsesivas y concentran su tiempo en pensamientos referentes a la muerte, desde cuidarse en exceso para no enfermar, hasta evitar acudir al entierro de un familiar para no tener que ver el cuerpo.
Al respecto, la doctora en Psicología Vanessa Fernández, complementa la idea con el concepto de necrofobia, que va de la mano de la tanatofobia, y se refiere al miedo causado al ver cadáveres, ya sean animales o humanos.
Esto genera un bucle sin fin pues el enfermo, al tener síntomas, siente que está muriendo lo que al final, aumenta la ansiedad y hace más intenso el ataque de pánico.
“Tienen una distorsión de la realidad, creen que van a desarrollar un problema de salud muy serio que amenaza a su supervivencia y que terminará siendo letal. Se vuelven muy observadores de sus sensaciones físicas y cuanto más se observan, más incrementan los supuestos síntomas”, determina Antonio Cano.
Con esta fobia, también se pueden desencadenar el trastorno del pánico o el obsesivo compulsivo (TOC) y, al igual que la hipocondría, dominan la vida del sujeto hasta conseguir que no pueda pensar en nada más que en cosas relacionadas con la muerte.
“Que se expongan a lo que se teme. Esto se hace de manera estructurada y bajo la vigilancia del terapeuta. Se hace una jerarquía en donde progresivamente se va exponiendo de menos a más en cuestión de lo que genera estrés al paciente”, explica la psicóloga, Vanessa Fernández.
Esto va acompañado por técnicas de relajación basadas en la respiración y en algunos casos, de medicamentos que ayuden a disminuir la ansiedad. En ese caso, el psicólogo aclara que los antidepresivos funcionan mejor que los tranquilizantes.
“Es mejor no usar tranquilizantes o si se usan, no hacerlo más de tres semanas porque producen adicción. En cambio, los antidepresivos son más eficaces en la reducción de la ansiedad a la larga. La cuestión es que sus efectos se presentan hasta la tercer semana de uso, pero dan mejor resultado”, subraya Antonio Caso.
Al final, se trata de conseguir que el afectado corrija sus procesos cognitivos y recupere la funcionalidad teniendo una vida en la que el miedo no lo domine.
“En nuestra sociedad ha habido un cambio en las últimas décadas con respecto a la muerte. Antes se le rendía culto en rituales de duelo. Ahora, ha ido evolucionando hacia una negación y una ocultación de la muerte. Cuando muere alguien no hay niños, no se les habla de lo que significa morir y eso genera un efecto negativo”, concluye el psicólogo, Antonio Caso.
Y recuerda, “en esta vida todo tiene remedio, menos la muerte”, así que lo mejor es disfrutar de la primera con salud, antes de que la segunda nos alcance.
Etiquetado con: día de todos los santos, miedo, muerte, necrofobia, psicología, tanatofobia
“En general, nadie quiere morir pero eso es algo natural. Todos tenemos que afrontar la muerte. El problema es que algunas personas se obsesionan con la idea de que van a morir, tienen una existencia muy desgraciada y desarrollan un trastorno mental”, señala Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS).
De acuerdo con el experto, los individuos que presentan este problema suelen tener personalidades obsesivas y concentran su tiempo en pensamientos referentes a la muerte, desde cuidarse en exceso para no enfermar, hasta evitar acudir al entierro de un familiar para no tener que ver el cuerpo.
Al respecto, la doctora en Psicología Vanessa Fernández, complementa la idea con el concepto de necrofobia, que va de la mano de la tanatofobia, y se refiere al miedo causado al ver cadáveres, ya sean animales o humanos.
De fobias y otros fantasmas
La psicóloga define al tanatofóbico como una persona incapaz de desarrollar estrategias para afrontar su miedo, el cual se genera por dos motivos principales.“Se puede haber adquirido por una experiencia próxima traumática o por observación, lo que se denomina aprendizaje vicario. Es decir, que alguien les haya transmitido ese miedo y el afectado lo convierta en algo negativo”, asegura Vanessa Fernández.Dicha incapacidad radica justo en el carácter obsesivo que tiene el individuo, quien no puede alejar de su mente aquello que le produce temor, alimentándolo hasta el punto de presentar sintomatología como dificultad para respirar, náuseas o aumento de la frecuencia cardíaca.
Esto genera un bucle sin fin pues el enfermo, al tener síntomas, siente que está muriendo lo que al final, aumenta la ansiedad y hace más intenso el ataque de pánico.
“Son sensaciones físicas tan intensas que les asustan y les hace pensar que están a punto de morir. Claro, esa sensación para alguien que tiene tanto miedo a la muerte, se convierte en un estado muy angustioso que los hace llegar al hospital pensando que lo que tienen es muy grave”, declara Antonio Caso.
Las otras caras del miedo
Generar una fijación por encontrar síntomas y relacionarlos con enfermedades graves tiene un nombre: hipocondría, trastorno que muchas veces se presenta en aquellas personas que sufren de tanatofobia.“Tienen una distorsión de la realidad, creen que van a desarrollar un problema de salud muy serio que amenaza a su supervivencia y que terminará siendo letal. Se vuelven muy observadores de sus sensaciones físicas y cuanto más se observan, más incrementan los supuestos síntomas”, determina Antonio Cano.
Con esta fobia, también se pueden desencadenar el trastorno del pánico o el obsesivo compulsivo (TOC) y, al igual que la hipocondría, dominan la vida del sujeto hasta conseguir que no pueda pensar en nada más que en cosas relacionadas con la muerte.
De frente a la muerte
Los expertos coinciden en que la mejor forma de tratar una fobia es a través de la terapia cognitivo-conductual, terapia que consiste en enfrentar a la persona con sus miedos al tiempo que se descubre la raíz de estos.“Que se expongan a lo que se teme. Esto se hace de manera estructurada y bajo la vigilancia del terapeuta. Se hace una jerarquía en donde progresivamente se va exponiendo de menos a más en cuestión de lo que genera estrés al paciente”, explica la psicóloga, Vanessa Fernández.
Esto va acompañado por técnicas de relajación basadas en la respiración y en algunos casos, de medicamentos que ayuden a disminuir la ansiedad. En ese caso, el psicólogo aclara que los antidepresivos funcionan mejor que los tranquilizantes.
“Es mejor no usar tranquilizantes o si se usan, no hacerlo más de tres semanas porque producen adicción. En cambio, los antidepresivos son más eficaces en la reducción de la ansiedad a la larga. La cuestión es que sus efectos se presentan hasta la tercer semana de uso, pero dan mejor resultado”, subraya Antonio Caso.
Al final, se trata de conseguir que el afectado corrija sus procesos cognitivos y recupere la funcionalidad teniendo una vida en la que el miedo no lo domine.
Donde hay vida, hay muerte
La tanatofobia solo afecta al 2 por ciento de la población, sin embargo, es buen pretexto para recordarnos que hay que pensar en la muerte sin llegar a obsesionarnos con ella y, sobre todo, viéndola como parte de este viaje que es la vida.“En nuestra sociedad ha habido un cambio en las últimas décadas con respecto a la muerte. Antes se le rendía culto en rituales de duelo. Ahora, ha ido evolucionando hacia una negación y una ocultación de la muerte. Cuando muere alguien no hay niños, no se les habla de lo que significa morir y eso genera un efecto negativo”, concluye el psicólogo, Antonio Caso.
Y recuerda, “en esta vida todo tiene remedio, menos la muerte”, así que lo mejor es disfrutar de la primera con salud, antes de que la segunda nos alcance.