La tortuosa relación de los integristas con el cuerpo femenino es una cimitarra de doble filo. El fundamentalista repudia la exhibición impúdica de carne de mujer porque le atrae demasiado, hasta el punto de hacerle perder la templanza y la mesura. Los daneses, que ya han sufrido en sus carnes el azote de la intolerancia religiosa, se plantean utilizar ese conflicto en un nuevo género publicitario: la publicidad para espantar a los clientes, algo así como la antipublicidad.
El Partido Popular de Dinamarca ha propuesto incluir mujeres en top-less en los folletos y vídeos de promoción turística del país. Según razona el responsable de política internacional del susodicho partido, Peter Skaarup, “probablemente el baño en top-less no es muy común en las playas paquistaníes, pero en las danesas sigue siendo algo bastante normal”. Valga apuntar que el “probablemente” del principio es una coletilla con la que los daneses expresan una certeza, por ejemplo, para anunciar una cerveza.
Skaarupo cree que incluir un par de pechos desnudos en los vídeos promocionales del país debería ser suficiente para que “los extremistas se lo piensen dos veces antes de venir a Dinamarca”. Craso error, según su rival político y conocedor del mundo musulmán, Naser Khader. Khader, diputado fundador del movimiento Musulmanes Moderados, cree que “un par de pechos desnudos no supone una protección contra los extremistas. Muy al contrario, los fundamentalistas están tan obsesionados con el sexo que van a acudir en tropel a nuestras fronteras”.
El Partido Popular (Dansk Folkspartei) no es ninguna tontería: en 2007 logró el 14% de los sufragios, lo que les confiere 25 escaños en el parlamento de Coppenhage