Visita del Club Patrimonio a Fernán Núñez
El pasado 14 de abril fue la primera vez que Fernán Núñez participó en el Club Patrimonio. Probablemente fue la ocasión donde muchos cordobeses pudieron conocer todo lo que esconde nuestro pueblo y creo que por sus caras, destapar el pasado ilustre de nuestra villa, causó un efecto y asombro bastante positivo.
La visita comienza por la Plaza de Armas, el núcleo inicial de Fernán Núñez, geográficamente hablando. Aclaraciones sobre su etimología, sobre los edificios que componen dicho conjunto y alguna curiosidad sobre las tropas formadas por nuestros vecinos del siglo XV empiezan a despertar la atención de los visitantes.
Plaza de Armas. Esquina de las Caballerizas |
La siguiente parada es el pequeño patio de las Caballerizas, allí bajo los bustos de don Carlos José Gutiérrez de los Ríos,embajador de España en Lisboa y su padre, don José Diego, capitán general de la Real Armada y Océano, conocieron el pasado de Fernán Núñez, desde Ulía hasta los Falcó, pasando por la tribu de Abencaes, los Fernández de Córdoba y la gran dinastía que gobernó en estas tierras durante más de cinco siglos, los Gutiérrez de los Ríos.
Aquí empiezan las primeras preguntas a cerca del escudo condal y ducal o sobre la propiedad actual del palacio, que es del pueblo, quizás lo más doloroso de responder, porque como fernannuñense es inevitable no sentir vergüenza por el estado en el que se encuentra, pero siempre con la ilusión de que algún día podamos visitarlo.
Explicación de la torre de Fernán Núñez de Témez |
La Tercia |
En el Llano de las Fuentes nos esperan las tres fuentes y su guardián, Moro, el perro de los entierros, que vigila quieto. Antes era la gente quien lo rehuía, ahora somos las personas quienes lo rodeamos para contar su historia.
Moro, el perro de los Entierros. Llano de las Fuentes |
Rodeamos el Palacio por sus jardines, para volver a salir a la Plaza de Armas y callejear por el entramado medieval de nuestro pueblo: la calleja de la Cárcel con flores en algún balcón, Doctor Berral con sus pintorescos callejones sin salida hasta llegar a la ermita de la Caridad, que un poco tímida se deja asomar en la calle Empedrada. Y subiendo por la calle de Juan Criado, que rememora a uno de los protagonistas de una historia del siglo XVII, llegamos a la Veracruz, donde una nueva lección de arte por parte del guía, nos espera.
La Veracruz |
La Veracruz es la antesala para visitar la Parroquia de Santa Marina de Aguas Santas, la gran estrella de nuestra villa. Su austera fachada parece ser cómplice para la gran sopresa al atravesar su cancel. La explicación del guía colabora en mostrarnos lo que no vemos a primera vista, y a pesar de los contratiempos sacramentales, se consigue dejar una buena impresión. El barroco sigue cumpliendo con su función.
Altar Mayor de la Parroquia de Santa Marina de Aguas Santas |
El Socorro a Castro del Río |
La tarde no es menos y se empieza por el Museo de Juan Polo, sus dos salones nos muestran las dos versiones de su obra. En uno de ellos es fácil imaginárselo tallando alguna escultura bajo la inspiración. En el otro vemos las obras terminadas expuestas para el disfrute y la contemplación. María nos abre las puertas de su casa para que conozcamos el valor incalculable de toda una vida de trabajo de su padre, algo que no tiene precio.
Casa Museo de Juan Polo |
Y la mejor manera de terminar es contemplando Fernán Núñez y la campiña desde su Monte Gólgota particular: la ermita del Calvario. La Cruz de los Desamparados de fondo, recuerda la leyenda de la patrona de Fernán Núñez y su otro origen: la aldea de Abencaes. Por que un buen final, es empezar por el principio.
La Cruz de los Desamparados |
Gracias a todos los que han colaborado en la visita, a sus artífices (Alfonso Tejederas y Paco Valenzuela) y a los que nos han abierto las puertas de su casa, demuestran el aprecio que tienen a nuestro pueblo. Gracias a los párrocos por su plena disponibilidad, y a Juan Luis Ramírez, por ser la otra mitad.
Queda mucho por ver y por contar aún en esta villa, así que espero que la visita se repita.