Luis Lavín nació en Bilbao en 1925. En junio de 1937 se embarca en el Habana, camino del exilio con tan sólo 12 años de edad. Las autoridades soviéticas le instalaron en una casa de jóvenes en Ucrania, en donde además de darle educación y todo tipo de atenciones, aprendió a utilizar armas. Los niños españoles, aún recordaban como los bombarderos fascistas descargaban sus bombas contra la población sin cazas que les protegieran. Este amargo recuerdo hizo a Luís interesarse por la aviación.
A finales de 1940, ingresa en un club de vuelo de Moscú y al año siguiente en una escuela de vuelo militar. Con el estallido de la guerra, Luís queda en la retaguardia con la misión de formar a pilotos en el uso de nuevos modelos de aviones. Estaba encuadrado en la 36 División Aérea en el 826 regimiento de cazas. Allí, cerca de Stalingrado es donde entra en combate pilotando un I-16. No va al frente, pero los bombardeos alemanes les obligan a combatir.
Lavin (2 por la izquierda de la fila superior) |
Es trasladado a la localidad de Peski (Kazajstán) por donde pasaban las columnas y los suministros hacia Stalingrado. Allí pilota un LA-7, un caza mucho más rápido y moderno.Tenía la misión de escoltar cuadrillas, apoyar a la infantería y proteger al areródromo.
Tras la victoria soviética, Luís se casa con una enfermera ucraniana destinada anteriormente en Stalingrado. En 1948 abandona el ejército y comienza a trabajar en una fábrica aeronáutica en Saratov. En 1956, regresa a España junto a su mujer. Al volver, es interrogado y la policía no deja de seguirle y acosarle. En esa situación, Luís aguanta en España algo más de un año antes de regresar a la URSS.
En 1993 regresa a España engañado por las autoridades, que le prometen ciertas garantías. En Rusia tenía 4 pagas de jubilación, pero pierde el derecho a cobrarlas una vez abandona el país. Olvidado por ambos gobiernos queda en una situación de total pobreza. Sin posibilidad de trabajar por su edad y las secuelas físicas de la guerra, se ve obligado a recurrir a la caridad de ONGs para poder comer.
Luís Lavín ha fallecido en el más absoluto olvido. Una situación vergonzosa hacia alguien que luchó contra el fascismo en defensa de la democracia. Nuestro agradecimiento eterno a estos héroes anónimos como Luís Lavín, que sin exigir nada a nadie comprendieron el sentido de la lucha por la igualdad, por la vida y por la dignidad humana.
Fuente: www.larepublica.es