La chica sufre de una extraña enfermedad.
Kaitlyn Terrana, de Canadá, sufre
de episodios que la obligan a descansar durante ese tiempo, durante 10
días seguidos. La joven padece el Síndrome de Kleine-Levin, también
llamado desorden de la “Bella Durmiente”.
En el comienzo de sus episodios, ella está muy
cansada. Yo puedo darme cuenta, pero ella no habla de eso con nadie”,
dijo la madre a CBC.
“No es muy agradable de contar, pero es como si fuera un zombi caminando, no sabe lo que está pasando a su alrededor. Así que no hay empatía, no hay sentimientos. Está como en la una niebla por completo”, relató.
Terrana no es la única que ha sido diagnosticada con el Síndrome de Kleine-Levin: hay alrededor de mil personas en el mundo que padecen.
Kaitlyn tuvo su primer ataque hace dos años, cuando tenía 15. “Básicamente, empecé a sentirme muy rara. Me sentí muy apagada. No podía concentrarme en la escuela”, recuerda.
“Entonces, de la nada, salí y volví a la normalidad. Básicamente, me sentía como si hubiera estado drogada durante un mes entero. Estaba confundida acerca de un montón de cosas. Miré mis notas y no estaban escritas correctamente”, declaró Kaitlyn.
¿Qué es el síndrome de Kleine-Levin (KLS)?
La Fundación KLS del Reino Unido, informa que el Síndrome de Kleine-Levin es una enfermedad neurológica muy rara y compleja que afecta seriamente el sueño y el comportamiento, y afecta gravemente la vida de los enfermos y sus familias.
Se inicia principalmente en la adolescencia, pero puede ocurrir en niños y adultos. Los síntomas incluyen: hipersomnia, hipersomnolencia, agotamiento total de la mente y el cuerpo, conducta alterada cuando está despierto, hipersensibilidad, agresión y miedo, dolores y de cabeza severos, hipersensibilidad al ruido ya la luz, apetito alterado, confusión mental y desorientación.
Además, las personas que lo padecen presentan incapacidad para distinguir entre el sueño y la realidad, con posibles alucinaciones y episodios de sonambulismo, descontrol de la temperatura del cuerpo, náuseas, diarrea, vómitos y dolor de estómago, y en algunos casos, hipersexualidad.
Los episodios del trastorno de Kleine-Levin son cíclicos. Pueden durar días, semanas o incluso meses, un tiempo durante el cual todas las actividades diarias normales se interrumpen, y esas personas no pueden asistir a la escuela, trabajar o cuidar de sí mismos.
“No es muy agradable de contar, pero es como si fuera un zombi caminando, no sabe lo que está pasando a su alrededor. Así que no hay empatía, no hay sentimientos. Está como en la una niebla por completo”, relató.
Terrana no es la única que ha sido diagnosticada con el Síndrome de Kleine-Levin: hay alrededor de mil personas en el mundo que padecen.
Kaitlyn tuvo su primer ataque hace dos años, cuando tenía 15. “Básicamente, empecé a sentirme muy rara. Me sentí muy apagada. No podía concentrarme en la escuela”, recuerda.
“Entonces, de la nada, salí y volví a la normalidad. Básicamente, me sentía como si hubiera estado drogada durante un mes entero. Estaba confundida acerca de un montón de cosas. Miré mis notas y no estaban escritas correctamente”, declaró Kaitlyn.
¿Qué es el síndrome de Kleine-Levin (KLS)?
La Fundación KLS del Reino Unido, informa que el Síndrome de Kleine-Levin es una enfermedad neurológica muy rara y compleja que afecta seriamente el sueño y el comportamiento, y afecta gravemente la vida de los enfermos y sus familias.
Se inicia principalmente en la adolescencia, pero puede ocurrir en niños y adultos. Los síntomas incluyen: hipersomnia, hipersomnolencia, agotamiento total de la mente y el cuerpo, conducta alterada cuando está despierto, hipersensibilidad, agresión y miedo, dolores y de cabeza severos, hipersensibilidad al ruido ya la luz, apetito alterado, confusión mental y desorientación.
Además, las personas que lo padecen presentan incapacidad para distinguir entre el sueño y la realidad, con posibles alucinaciones y episodios de sonambulismo, descontrol de la temperatura del cuerpo, náuseas, diarrea, vómitos y dolor de estómago, y en algunos casos, hipersexualidad.
Los episodios del trastorno de Kleine-Levin son cíclicos. Pueden durar días, semanas o incluso meses, un tiempo durante el cual todas las actividades diarias normales se interrumpen, y esas personas no pueden asistir a la escuela, trabajar o cuidar de sí mismos.