En fecha todavía incierta, entre el 17 y el 19 de agosto de 1936, el poeta andaluz más universal es fusilado en algún lugar cercano a la fuente Grande, junto al barranco de Viznar (Granada), convirtiéndose en mártir de la causa republicana. 75 años después su muerte continua siendo un misterio.
Federico García Lorca junto a Margarita Xirgu |
El 1 de septiembre de 1936 La Vanguardia publica unas líneas que aluden a la muerte de Lorca.
Dos semanas después del asesinato todo son meros rumores y desmentidos. El fusilamiento se intuye pero no es confirmado. Las ideas progresistas de Lorca y su condición de homosexual y hombre de letras hacían de él una víctima propiciatoria. En plena Guerra Civil nuestro poeta universal no era sino un rojo más.
Hasta el 9 de septiembre no se da la noticia de la confirmación de su muerte. Todavía hoy, hay dudas sobre la fecha exacta de su fusilamiento. Los últimos estudios realizados se inclinan por el día 17. Ian Gibson, uno de sus mejores biógrafos, cree que fue el 18 y otros historiadores lo sitúan el 19.
Lorca había sido objeto de una feroz persecución y se hallaba escondido en casa de la familia del poeta Luis Rosales cuando, la tarde del 16 de agosto es detenido y recluido en el Gobierno Civil. Horas o días después es conducido a la sierra de Alfacar y fusilado junto a dos banderilleros y un maestro de escuela, todos ellos de ideología republicana.
Nadie intercedió por su vida salvo Manuel de Falla. El compositor, gran amigo de Lorca, acudió al Gobierno Civil y allí fue informado del fusilamiento ya acaecido y amenazado con padecer igual suerte.
La confusión que rodea a la muerte del poeta es inusitada, así aún el 20 de diciembre de ese año, en una entrevista concedida a La Vanguardia, Antonio Machado, colaborador del diario, a una referencia del periodista sobre Lorca, afirmaba: “tengo la firme esperanza de que no se habrá consumado tanta desgracia. El teatro de Federico no era revolucionario; todo lo más que podía achacársele es que se nutría de la más pura savia popular.”
Una privilegiada conocedora y crítica de Lorca fue la directora de La Vanguardia, Mari Luz Morales, (julio 1936-febrero de 1937). Ya en 1935 se erige como su defensora al alabar con gran sensibilidad y valentía el personaje de Yerma protagonizado con genialidad por Margarita Xirgú, ajena a las críticas personales que ello le comportó entre sus propios colaboradores. La obra, boicoteada y tachada de inmoral por los diarios madrileños, cosechó un éxito rotundo en nuestra ciudad. Ese mismo año, se procede al tercer montaje de Bodas de sangre, de nuevo un triunfo absoluto, Mari Luz vuelve a hacerse eco del mismo. Pero es cuando nuestra crítica teatral, probablemente la única mujer con este cargo en España y en un futuro también primera y única mujer al frente de un diario, escribe la reseña de Doña Rosita la Soltera “que movía los labios a la risa y el corazón a la pena” cuando Lorca entra en escena. La sensibilidad de sus líneas llama la atención del dramaturgo que se presenta en La Vanguardia sin previo aviso. Conversan durante horas desarrollando una gran complicidad.
En septiembre de 1936, siendo ya directora del diario, al enterarse de los rumores del fusilamiento rememoraría su conversación en un artículo en el que desvelaría la intención del autor de publicar una obra sobre Santa Teresa, y anécdotas del destino, otra de “soldados que no quieren ir a la guerra”.
El 13 de octubre de 1936 H.G. Wells, presidente del PEN CLUB de Londres, envió un telegrama a las autoridades militares de Granada. Demasiado tarde, obviamente. La respuesta fue reveladora:
“Coronel gobernador de Granada a H. G. Wells. Ignoro lugar hállase don Federico García Lorca. _ Coronel Espinosa". Escueta y contundente respuesta. Nuestro poeta había muerto.
La consternación por el asesinato fue mayúscula e inmediata en el mundo de habla hispana, la reacción se hizo eco en la prensa internacional y los homenajes se sucedieron.
El poeta y dramaturgo se erigía como símbolo de la represión franquista. Su sacrificio no era sino muestra fehaciente de los excesos cometidos por el bando rebelde durante la Guerra Civil.
A finales de 1939, la familia Lorca gestionaría la inscripción de su fallecimiento en el Registro Civil. El 21 de abril de 1940 sería inscrita oficialmente. En el documento se puede leer que Lorca “falleció en el mes de agosto de 1936 a consecuencia de heridas producidas por hecho de guerra". Una víctima más de la barbarie.
Las discrepancias respecto a su motivación, se baraja incluso que se tratase de una "vendetta" y la identidad de sus verdugos son numerosas y hacen de su muerte una incógnita por resolver. Su cadáver jamás ha sido encontrado. Ello hace imposible esclarecer el crimen, datos como si fue previamente torturado o el número de disparos recibidos jamás podrán desvelarse. Manuel Fernández-Montesinos García, sobrino del poeta y presidente de la fundación que lleva su nombre, en declaraciones a La Vanguardia rechazaba la posibilidad de hallar, exhumar e identificar el cuerpo de Lorca ofrecida desde la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), organización que coordina por toda España la búsqueda y el rescate de miles de asesinados durante la Guerra Civil.
“La Fuente de las Lágrimas” como llamaban los árabes de Granada a la Fuente Grande esconde para siempre el secreto del último adiós de nuestro insigne poeta.
El autor de Bodas de Sangre y el Romancero Gitano había muerto. Como sentenció Fernando de los Ríos su mentor y amigo: “Los facciosos mataron con él la poesía”.