Estimado Sr. Rajoy:
Como me es imposible comunicarme
con usted por otro medio, y en vista de que la necesidad de expresar mis
ideas y sentimientos se hace angustiosamente urgente, es por lo que me
dirijo a usted con todo respeto, pero también con la máxima sinceridad.
Sr. Rajoy, me siento defraudado,
estafado por usted y su gobierno. Nos prometió que cuando llegara al
poder, y fruto de la confianza que su partido y su persona iban a
transmitir a "los mercados" y resto de la comunidad internacional, el
rumbo de la economía española se enderezaría. No quiero mencionar aquí
todo aquello que prometió que haría y no ha hecho, y lo que prometió que
no haría, "de ninguna de las maneras", y sin embargo ha terminado
haciendo. Lo que si quiero compartir con usted son, como dije en un
párrafo anterior, ciertas ideas y sobre todo sentimientos. Por muy
extraño que le parezca, usted y yo tenemos ciertos paralelismos en el
devenir de nuestra historia personal. Usted nació en 1955, yo dos años
más tarde, por lo que podríamos pensar que, en términos sociológicos,
somos de la misma generación. Eso significa que hemos crecido y han
influido en nuestro desarrollo los mismos acontecimientos históricos, al
margen de las diferencias que producen los contextos familiares,
educativos y sociales. Otro curioso paralelismo es que usted, después de
más de 30 años de carrera política alcanza la presidencia del gobierno,
siendo investido el 20 de Diciembre. Yo, después de más de 30 años de
carrera profesional paso a engrosar las lista del paro el 15 de
diciembre del mismo año. Por supuesto que usted no es directamente
responsable de mi despido, la crisis y la mala gestión fueron los
responsables. Pero sigamos con los paralelismos. Usted, a partir de la
fecha que juró el cargo, supongo, se puso a trabajar con la idea de
poner en marcha sus planes, aquellos que prometían recortar en todo
menos en sanidad, educación, pensiones, y gasto social, aquellos en los
que la confianza de los mercados haría que nuestra prima de riesgo
volviera a valores como la de Francia y enderezaría el rumbo de la
economía español. Yo, a partir de ser despedido, comencé a desarrollar
un plan que había trazado previamente, para recuperar el empleo lo más
rápidamente posible, y lleno de un optimismo más propio de la juventud,
me lancé a la caza y captura del puesto de trabajo. Ya que mi profesión
se enmarca dentro de las tecnologías de la información, pensé, no tendré
dificultad en encontrar trabajo y "enderezar" la economía de mi casa.
Tanto usted como yo hemos fracasado. Usted no solo no ha devuelto la
confianza de los mercados en nuestra economía, sino que la poca que nos
quedaba se ha ido por el sumidero. La economía no mejora, el paro está
desatado, y usted recorta el estado del bienestar, haciéndonos cada día
más pobres. Y lo peor es que no se vislumbra una salida.
A mí tampoco me van bien las cosas. No he encontrado trabajo, mi economía está ya muy resentida y me he visto obligado a recortar el estado de bienestar de mi casa, es decir, recortar sobre los recortes que su gobierno ha realizado.
A mí tampoco me van bien las cosas. No he encontrado trabajo, mi economía está ya muy resentida y me he visto obligado a recortar el estado de bienestar de mi casa, es decir, recortar sobre los recortes que su gobierno ha realizado.
Hasta aquí las coincidencias. Donde no coincidimos es en el futuro que
nos espera. Quizá usted no tenga futuro como presidente de España,
incluso puede que, en el peor de los casos, la política no vuelva a ser
su ocupación principal, pero lo que es seguro es que se podrá refugiar
en su pensión vitalicia y disfrutar de la vida hasta que Dios, o el que
sea que mande en estos asuntos, así lo decida. Yo, como ciudadano y
persona no tengo futuro. A pesar de mi formación y experiencia, la
crisis y la mala gestión, nacional en este caso, me han colocado fuera
del sistema. Mi edad hace prácticamente imposible un retorno al mundo
productivo. Mi futuro más probable será vivir de un subsidio de 400
euros al mes, cuando se termine la prestación por desempleo que percibo,
y hasta la edad de jubilación. Por cierto, no podré jubilarme hasta los
66 años y 8 meses, gracias a la ley que se inventó el Sr. Zapatero, en
contra de la cual votó el Partido Popular, y que este gobierno no ha
modificado. A partir de ahí, y dado que mis cotizaciones se habrán
desplomado en mis últimos años de mi teórica vida laboral, la pensión a
la que tendré derecho, salvo recortes o sorpresas añadidos,
difícilmente servirá para mantener un mínimo de dignidad en mi
existencia.
Esa es, Sr. Rajoy, la diferencia entre usted y yo. Mis decisiones
afectan a mi área de influencia, mi familia, mi persona y poco más. Las
suyas nos afectan a todos. Téngalo en cuenta.
Puede que mi pesimismo sea exagerado, pero como comenté al inicio de
esta carta, se trata, más que nada, de sentimientos. Y siento, muy a mi
pesar, que usted y su equipo no son los indicados para sacarnos de esta
difícil situación. Que nadie me mal interprete, tampoco creo que los
actuales dirigentes del PSOE lo puedan hacer. Se necesita una mirada
distinta sobre los problemas, una forma de actuar que tenga siempre
presente que, ante todo, están los CIUDADANOS, luego puede venir lo
demás. Ni Europa ni España tienen sentido sin sus ciudadanos, y si tengo
que ser más pobre y con menos derechos para estar en un club en el que
lo que prima son los mercaderes, créame que prefiero no estar en ese
Club . A los ciudadanos no se nos puede apretar indefinidamente.
Recuerde Sr. Rajoy, "en bolsillos vacíos crecen piedras"
Por mi parte, y a pesar de mi sentimiento de frustración seguiré en el
empeño de encontrar, o crear, un puesto de trabajo. Y si son tres mejor
que dos, en mi casa pronto se necesitarán.
No quiero despedirme sin antes desearle suerte y valor. Suerte, porque
parece que es en lo único en que podemos confiar para salir de esta
situación, y valor para asumir las consecuencias de sus actos. Usted
prometió que nos sacaría de esta situación, y si no es capaz o las
circunstancias se lo impiden, deje el camino libre a otros que, con
nuevas ideas, afronten el futuro con otra estrategia y creciente
ilusión. Las necesitamos imperiosamente.
Saludos,
M.A.S.R.