Si te gusta el hard rock clásico con aire añejo, rebosante de sentimiento y de profunda voz rasgada, este es tu disco, y Junkher, tu banda. Rock n roll y heavy metal son los aromas a los que huele este fantástico disco titulado ‘Blood & Toil’. Junkher se muestran con descaro como unos auténticos maestros en la conjugación de estilos, que pueden variar desde los más ásperos Cinderella, pasando por la juerga y el gamberrismo de Britny Fox, para alcanzar cotas eléctricas más propias de AC/DC e incluso atreviéndose a adoptar la elegancia de Whitesnake o la melodía de los mejores Bon Jovi. Da gusto encontrarse bandas jóvenes, rebosantes de originalidad, buenas ideas y, por supuesto, muchísimo talento.
El álbum se abre lento y sinuoso mediante “Come On”, el cruce perfecto entre la elegancia musical de Whitesnake y el hosco poderío vocal de Tom Keifer. ¿Es posible sonar a Cinderella y a Whitesnake al mismo tiempo? Junkher lo ha conseguido. Pero agárrense porque hay más. “Livin’ On My Feet” comienza con unas voces a coro recordando a Queen para terminar rompiendo por medio de unas optimistas y rocanroleras guitarras de aire buen rollista que, en conjunto, pueden sonar a Twisted Sister. Momento perfecto para que irrumpa la grandiosa y versátil voz de Rob Junkher, que conjuga a la perfección poderío vocal y la más llamativa y elegante rasposidad.
“Rock Me, Baby” es la pura confluencia del rock n roll más clásico con la electrificante pátina de AC/DC, un tema donde las líneas vocales oscilan al antojo de su afortunado propietario. Es algo que es mejor escuchar. “Party”, como no podía ser de otro modo, suena movida, vitalista, y tiene a nivel vocal es mucho más melódica que las precedentes. El tema incluye unas guitarras tan pegadizas y un estribillo tan contagioso que difícilmente transcurrirá tu día sin recordar dicha pieza.
En “Great Liar” retorna el mejor “hard n roll” de los setenta con un ritmo y un flow propio de los mejores del género. En la misma onda, “Way Down In Hell” y “Desire” contienen ese tipo de riffs sencillos y efectivos propios de otra época. En contraste, “It’s Enough”, de tratamiento más moderno y machacón, es la más heavy del disco sin dejar de moverse en terrenos del hard rock clásico más acelerado. Sensacional.
Finalmente, “Want No Fighting” cierra un disco soberbio, impresionante de principio a fin y absolutamente sorprendente para todos aquellos que disfrutamos de este tipo de música. La única manera de apoyar y reforzar a bandas como esta que siguen en activo es comprando sus discos y acudiendo a sus conciertos. Sería una pena truncar el talento de estos cuatro músicos por falta de soporte. Su sangre y esfuerzo les ha costado. Unos grandes a los que les seguiremos la pista muy muy de cerca.
David Esteban
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