Estamos en pleno periodo prenavideño y desde hace unos días (en algunos casos semanas) muchos son los lugares que ya han empezado a engalanarse y poner su decoración navideña, felicitar las fiestas y hacer sonar por los altavoces los pegadizos villancicos.
A través de tres post, que publicaré en semanas consecutiva, os voy a traer el origen e historia de un buen puñado de curiosidades navideñas (en concreto 18) y lo voy a hacer de seis en seis. Este es el primero de ellos…
El origen de las tarjetas navideñas
Hoy en día la mayoría de nosotros nos felicitamos las fiestas enviándonos mensajes de whatsapp o dejando alguna nota junto a una imagen o GIF a través de nuestras redes sociales, pero hasta hace prácticamente una década lo propio era hacerlo enviando por correo postal una tarjeta navideña.
Esta costumbre se estuvo llevando a cabo durante algo más de un siglo y medio, aunque cabe destacar que durante los primeros cincuenta años fue algo realizado exclusivamente por las clases más pudientes de la sociedad.
Las tarjetas navideñas fueron inventadas en 1843 por sir Henry Cole, quien encargó a su amigo, el ilustrador John Calcott Horsley, que le dibujara y pintara estampa típicamente navideña, con el propósito de a una imprenta para que le hiciera varias copias y, posteriormente, escribir en ellas unos breves deseos de felicidad, firmarlas y enviarlas por correo a familiares y amigos.
La postal navideña realizada por el dibujante representaba a una familia que brindaba por sus amigos ausentes. Como llegó a imprimir más tarjetas de las que necesitaba, vendió las restantes al precio de un chelín. La idea de Henry Cole pareció gustar a algunos sectores de la aristocracia británica que imitaron en los años posteriores la idea. Para 1862 ya se imprimían tarjetas navideñas de serie, convirtiéndose en un rotundo éxito. En 1893 la costumbre recibió la confirmación real cuando la Reina Victoria encargó 1.000 tarjetas a una imprenta y felicitó con ellas a todas las Casa Reales, aristócratas y personas afines a la monarquía británica. A partir de ahí la popularización de las mismas fue total, convirtiéndose en una de las costumbres que más personas realizaban al acercarse las navidades.
El origen del árbol de Navidad
Uno de los elementos que no suele faltar en casi ningún hogar, comercio o plaza principal de una población es el típico árbol de Navidad, decorado con sus guirnaldas, bolas y luces.
Hay varias teorías sobre cuál es el origen de este elemento tan significativo de la Navidad, pero la mayoría de expertos apuntan a que es la consecuencia de una antiquísima tradición que realizaban los Celtas, quienes con la llegada del solsticio de invierno realizaban una ofrenda a Frey (dios del Sol y la fertilidad), adornando un árbol al que denominaban ‘Idrasil’ (Árbol del Universo).
Parece ser que en el siglo VIII, el religioso Bonifacio (canonizado en santo tras su muerte en el año 754) fue enviado por el papa Gregorio II a evangelizar los países de Centroeuropa y al llegar a Alemania se encontró con la antigua tradición celta y la reconvirtió en una costumbre cristiana, decorando y dedicando un árbol al natalicio del Mesías.
Pero todavía tendría que pasar algo más de un milenio para que el árbol de Navidad (tal y como lo conocemos hoy en día) se popularizase y fue a partir de 1840, cuando la Reina Victoria del Reino Unido contrajo matrimonio con el príncipe alemán Alberto de Sajonia, quien llevó hasta Inglaterra la costumbre de adornar un árbol.
Se podría decir que la Reina Victoria y su familia fueron unos auténticos ‘influencers’ de su época, ya que toda aquellas costumbres que realizaban acababan siendo copiadas por el resto de ciudadanos británicos y por otras casas reales europeas.
Las primeras luces de Navidad
Las primeras luces de Navidad aparecieron tan solo tres años después de que Thomas Edison patentase la lámpara incandescente de filamento de carbono que con éxito comercializaría y que nosotros conocemos como bombilla (a pesar de que es de sobras conocido de que el invento de la bombilla se lo debemos a Joseph Wilson Swan, aunque por largo tiempo se le atribuyó a Edison).
El hecho de que mencione a Thomas Edison es porque fue su socio, Edward Johnson, quien en 1882 decidió iluminar con unas cuantas lámparas incandescentes el árbol de Navidad que había colocado en el jardín de su casa de Nueva York, iniciándose así otra de las tradiciones navideñas más populares.
El origen de la ‘Flor de Pascua’
Este es otro de los elementos navideños que en su origen nada tenía que ver con tal celebración y que se convirtió en todo un símbolo al llegar estas fechas.
Conocida comúnmente como ‘Flor de Pascua’, ‘Flor de Navidad’ o ‘Poinsettia’, eta planta, originaria de México, tenía un importante simbolismo para la cultura azteca, siendo utilizada como remedio medicinal y ofrenda para a sus Dioses. Fue en el siglo XVI cuando los frailes Franciscanos que se encontraban evangelizando a la población de Taxco de Alarcón (México) decidieron utilizarla como adorno floral durante las fiestas navideñas.
Pero a quien debemos su popularización y que llegase a adornar la práctica totalidad de los hogares durante la Navidad (además de convertirse en una costumbre obsequiarla en los días previos), fue el estadounidense Joel Roberts Poinsett, quien fue enviado por su amigo, el presidente John Quincy Adams, como embajador de los Estados Unidos en México (entre 1825 y 1829) y fue en uno de sus múltiples viajes que realizó por el país cuando se encontró con esta vistosa planta de hojas rojas que llamó su atención.
El señor Poinsett, además de diplomático tenía la carrera de medicina y era un ferviente apasionado a la botánica, por lo que recogió unos esquejes de la planta y se los llevó consigo al invernadero que poseía en Greenville (Carolina del Sur) donde se dedicó a su cultivo y desarrollo. Se le ocurrió regalar esa planta a sus amistades por navidad (entre ellas a la ya entonces ex Primera Dama Louisa Adams) y así nació una entrañable tradición que cada vez fue cogiendo más fuerza.
Cabe destacar que en Estados Unidos el 12 de diciembre se celebra el Día Nacional de la Poinsettia, una festividad en conmemoración y recuerdo a la fecha en que falleció Joel Roberts Poinsett.
El origen de los villancicos navideños
Otro de los elementos más característicos de las fiestas navideñas son los tradicionales villancicos, unas melodiosas y pegadizas canciones que suenan por los altavoces de centros comerciales, comercios, calles o que son cantados en casi todos los hogares en cuanto se reúne la familia y amigos.
Pero su origen tampoco tiene nada que ver con la Navidad sino que eran alegres cancioncillas que se cantaban en la Edad Media en las villas y cuyas letras explicaban los acontecimientos que habían tenido lugar en dichas poblaciones a lo largo del año: amores y desamores, fallecimientos y todo aquello que era de interés del pueblo (por llamarlo de algún modo, eran los noticieros rurales de la época). Y fue precisamente al ser cantados por los habitantes de las villas de donde recibe su nombre de villancicos.
El hecho de que los lugareños memorizasen mucho mejor las letras de esas canciones que los mensajes evangélicos hizo pensar a los religiosos que un modo sencillo de hacerles aprender las historias de las Sagradas Escrituras era utilizando esas cancioncillas y modificándoles la letra, por lo que en las iglesias los sacerdotes empezaron a emplearlas en los Santos Oficios hablando del nacimiento de Jesús, la Virgen María y todo lo que tenía relación con la Navidad.
Con el tiempo los villancicos de corte religioso perduraron y los originales fueron desapareciendo.
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