La crisis vivida en los últimos meses en el PSOE, con el epílogo del esperpéntico comité federal del 1 de octubre que descabalgó a Pedro Sánchez de la secretaría general del partido, parece haber dado alas al sector crítico de Susana Díaz en Andalucía. La baronesa socialista domina con mano férrea la estructura del partido en las ocho provincias, aunque otra cosa son los militantes. Tres movimientos, en Granada, Cádiz y Málaga, tratan de hacer ver que el PSOE andaluz no es tan monolítico como parece, aunque mientras se mantenga el poder institucional y, sobre todo, la Junta de Andalucía, su alcance será muy limitado.
Hasta ahora las disidencias se contaban con las manos, y los críticos de los críticos tenían un papel muy residual, casi anecdótico, como se visualizó durante la campaña de primarias exprés que encumbró a Díaz para sustituir a José Antonio Griñán al frente del PSOE-A y de la Junta. Ya entonces, algunos de sus competidores como el alcalde de Jun José Antonio Rodríguez, denunciaron el excesivo control del aparato, que favoreció en sumo grado a la aspirante. Pero las protestas no pasaron de simples pataletas. Con el tiempo, los cadáveres políticos que Díaz ha ido dejando a su paso se han configurado en focos que alzan la voz, como recientemente hizo el alcalde de Dos Hermanas (Sevilla) Francisco Toscano, antaño afín a la secretaria general andaluza y que ahora arremete contra lo que tacha de "golpe encubierto" de la baronesa. No obstante, más allá de críticas públicas, no hacen temer la estabilidad de la presidenta ni en lo orgánico ni en lo institucional.
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