La joven comenzó con su obsesión alimenticia tras vivir en diferentes países, y el hecho de cambiar frecuentemente de escuela y de amigos, alteró su comportamiento. Había bajado 33 kilos en dos meses, pero con la ayuda de sus padres logró superar su anorexia nerviosa.
“La anorexia es muy cruel porque enferma el cuerpo y la mente. Espero que mis imágenes puedan impedir que otras personas desarrollen este desorden alimenticio e inspiren también a pedir ayuda. Cuando miro las viejas fotografías me traen recuerdos de lo que sufrí, pero nunca he estado tan feliz como ahora y quiero que la gente lo sepa”, comentó Hannah Koestler al referirse a su historia personal.Hannah habría comenzado a caer en este desorden alimenticio tras vivir en diferentes países, ya que cambiarse cada cierto tiempo de escuela y de amigos, la hizo sufrir ansiedad lo que terminó descontrolando su alimentación.
“Comencé por comer muy saludable, comida no procesada y evitar la comida chatarra. Pero cada vez empecé a ser más selecta, hasta que llegué a eliminar todas las grasas y comer muy poco carbohidratos. Después de un tiempo, sólo comía vegetales y tofu”, señaló.
En dos meses bajó 33 kilos, de 64 a 31, quedó como un esqueleto. Es por eso que sus padres al notarlo la llevaron inmediatamente al médico, donde fue diagnosticada de anorexia nerviosa. Luego de eso, Hanna comenzó un efectivo tratamiento con el apoyo de sus padres, principalmente su mamá.
“El doctor le dijo a mi mamá que ella me tenía que cocinar y asegurarse de que yo me comiera todo. Le agradezco profundamente su ayuda incondicional”, comentó. Cuando se sintió mejor, convenció a sus padres para vivir sola en Austria y esto le generó una nueva recaída, de la que salió gracias a su abuelo.
Después de eso, Hannah pasó diez meses en una clínica de recuperación para educarse sobre la importancia de la comida y la nutrición en su cuerpo.
Actualmente es una inspiración para muchas personas en sus redes sociales.
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