El año de gracia de 1973 la selección española de baloncesto ganó a la invencible URSS, Carrero Blanco ascendió a los cielos y una pizpireta veinteañera, de nombre Rita Barberá, fue elegida Musa de la 8ª Olimpiada Internacional del Humor, celebrada en Valencia.
Ora a propósito (tirando petardos en la mascletá) ora involuntariamente (el inmortal “el caloret”) Rita Barberá siempre nos ha hecho reír, pero jamás hubiéramos imaginado que en los estertores del franquismo, la futura alcaldesa de Valencia y corrupta mayor del reino fuera un trasunto de Paz Padilla.
Según recuerda el blog Alabarda, “Rita Barberá trabajaba por aquella época en Radio Valencia y el periódico Jornada, cubriendo la información generada por el Ayuntamiento, la Diputación y el Gobierno Civil, institución en la que entraría poco después como jefa de prensa”, convirtiéndose en una pionera también en esto de las puertas giratorias.
En el año 1966, aprovechando la tímida apertura del régimen franquista, el Ayuntamiento de Valencia instauró un concurso literario con la pretensión de convertirse en una referencia internacional en distintos campos del humorismo: prosa, poesía, novela y dibujo, con el pomposo nombre de “Olimpiadas del Humor”, relata Lluis Patraix. Los ganadores del galardón pertenecían, indefectiblemente, a la alta burguesía valenciana: el año anterior, 1972, la Musa del Humor fue Natalia Figueroa, meses antes de casarse con una joven promesa de la canción ligera: Raphael.
Al año siguiente se presentó una joven economista, de 25 años de edad, a la sazón hija de un preboste local, José Barberá Armelles, regidor de parques y jardines del Ayuntamiento de Valencia, siempre según Patraix: “Blanco y en botella… la joven Rita Barberá era proclamada Musa de la Olimpiada del Humor del año 1973”.
Pero la cosa no podía quedar aquí, dada la megalomanía que ya empezaba a despuntar en la joven Musa: Rita o tal vez su padre, encargó al jefe de la Policía Municipal de Valencia, Manuel Jordà, que encargara un himno para celebrar el nombramiento de Rita, inopinado trampolín para la futura carrera política. El himno lo escribió el compositor Jesús Muñoz Montarde y fue estrenado con pompa y circunstancia durante la ceremonia de proclamación de la Musa. A falta de tan insigne documento, recurrimos a la impagable versión de ‘El Caloret’ de Iván Lagarto, que hermana aquel disparatado tardofranquismo con la Ruta del Bacalao. Y en medio, tendiendo puentes, la dicharachera Rita Barberá:
Visto en Alabarda y Lluis Patraix vía Love Will Tear Us Aznar. Con información de Público y Deportes Con Historia.
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