martes, 26 de enero de 2016

Ha llegado la hora de beber del váter (por tu salud y la del medio ambiente)

Strambotic
vater1
Ve hacia el cuarto de baño. Levanta la tapa del váter y, en el lugar en el que habitualmente se sostienen tus posaderas cuando acudes a aliviar tus necesidades, mete la cabeza para saciar tu sed.
Rara vez te habrás planteado eso de beber agua del váter, algo que quizás hayas visto hacer alguna vez a perros o gatos, pero es posible que, dentro de no mucho tiempo, sea el agua que limpia la porcelana la que calme tu sed.
Suena repugnante, ¿verdad? Eso de imaginar que el agua que sale de la cisterna para retirar los restos de ‘ya-sabes-qué’ puede acabar saliendo del grifo al que acudimos para beber o incluso para ducharnos volvería escrupuloso al mismísimo Frank de la Jungla. De hecho, ese ‘efecto puaj’ es una de los grandes escollos que impide que el agua del váter termine en tu vaso.
Reciclando que es gerundio
Aunque podría serlo, no se trata de la enésima moda que convierte una estupidez en todo un hábito de vida, sino algo beneficioso para todos: para el medio ambiente y para el que bebe el agua procedente del retrete.
Todo esto no es como una mente pervertida se imaginaría. Nada de beber agua mezclada con heces, sino agua residual debidamente reciclada y puesta en circulación una vez que ha cumplido su esencial e higiénica función.
vater2
Y, como decimos, eso de beberse el agua (reciclada, recuerda) que ha limpiado antes tus excrementos y los de tus vecinos, no es por capricho. Es una de las soluciones propuestas para acabar con un problema dramático que se resume en una cifra: según la ONU, en 2030 la demanda de agua excederá en un 40% la cantidad de H2O disponible.
En una mano tenemos zonas del planeta que ya empiezan a sufrir la escasez de agua (no solo países del Tercer Mundo, también el sur de los todopoderosos Estados Unidos tiene problemas con la falta de agua) y, en la otra, descargas de hasta 6 litros de agua que se desperdician cada vez que tiramos de la cadena (por no hablar del agua que dejamos correr al ducharnos), así que la solución parece evidente, ¿no?
El agua pasa por un sistema de filtrado y purificación y llega desinfectada y apta para su consumo a un acuífero o a la reserva natural de agua que corresponda. No es, para nada, un sistema nuevo y, de hecho, ya se utiliza para regar. Por ejemplo, el estadio de los 49ers de San Francisco se riega así: con agua del váter.
Ahora, la ciudad de San Diego planea darle de beber al millón de almas que viven allí agua del váter. Reciclada, claro está. Será en 2023, cuando el Proyecto de Demostración de Purificación del Agua esté operativo y ponga en circulación agua potable de una calidad mayor que el agua del grifo actual (contaminada por la suciedad de los animales del embalse del que procede el líquido elemento utilizado en la ciudad californiana actualmente).
Asco es poco
Aunque las ventajas de su consumo son muchas, el ‘efecto puaj’ lastra el avance del reciclado de aguas residuales para consumo humano.
El problema está, claro, en que nos ponemos tiquismiquis y no queremos agua utilizada para limpiar la miseria humana, aunque sea de mayor calidad que el agua potable habitual (que a saber lo que lleva). Aunque de restos digestivos quede ya poco en ese agua, tenemos la percepción de que, “una vez en contacto, queda contaminado para siempre”, según cuenta el psicólogo Paul Rozin.
Así, algunas ciudades han rechazado en referéndum beber este tipo de agua, y es que, por mucha calidad que tenga y por mucho que sea una solución más barata que la desalación del agua del mar, seguimos empeñados en que el agua que ha limpiado mierda, a mierda sabe.
Por el medio ambiente, por el futuro del planeta y de la especie y, por qué no, por beber un agua de calidad, nos va atocar (irónicamente), decir adiós a la repugnancia y beber el agua del retrete.
¡Ah! Y si quieres tener iniciativa propia e ir probando cómo es eso, solo tienes que comprarte este cacharro portátil que depura el agua de tu inodoro. Si puedes con esto, puedes con cualquier cosa.

—————————————————–
Con información de Scientific American, Earth Magazine, American Psychological Association, Refinery29, Times of San Diego y FutureStructure.

No hay comentarios:

Publicar un comentario