Los soldados estadounidenses tienen la instrucción especial de no intervenir si los comandantes afganos abusan sexualmente de niños, ni siquiera si las violaciones tienen lugar en las bases militares.
"Por la noche podemos oírlos gritar, pero no estamos autorizados a hacer nada al respecto", decía a su padre Gregory Buckley, asesinado a tiros por un adolescente afgano en la base militar estadounidense en 2012. Antes de morir había contado a su padre que sus oficiales le dijeron que mirara "hacia otro lado", porque abusar de niños "forma parte de la cultura" de Afganistán.
El abuso sexual de niños es una práctica extendida entre los comandantes afganos, que controlan la vida en los pueblos y pueden intimidar a sus habitantes, informa 'The New York Times'.
Pero los soldados estadounidenses que se encuentran en el país para entrenar a las milicias locales y la policía para que sean capaces de combatir a los talibanes tienen la instrucción especial de no impedir estos abusos, ya que es importante mantener buenas relaciones con los afganos. No obstante, no todos los militares estadounidenses pueden tolerarlo.
"La razón por la que estábamos allí era porque los talibanes habían hecho cosas terribles, privaban a la gente de sus derechos humanos", explica Dan Quinn, excapitán de las Fuerzas Especiales.
Quinn golpeó a un comandante de la milicia afgana por mantener a un chico encadenado a su cama como esclavo sexual.
"Pero estábamos poniendo en el poder a personas que hacía cosas peores que las que hicieron los talibanes. Eso es lo que me explicaron los ancianos del pueblo", dice Quinn.
Por su intento de defender al adolescente, Quinn fue retirado del mando y tuvo que abandonar Afganistán. Esto le hizo abandonar la carrera militar.
"En general, las denuncias de abusos sexuales de niños por parte del personal militar o policial afgano sería una cuestión del derecho penal nacional. Se hace una excepción cuando la violación se utiliza como arma de guerra", explicó la actitud de EE.UU. ante el problema el coronel Brian Tribus, portavoz del mando estadounidense en Afganistán.
El abuso sexual de niños es una práctica extendida entre los comandantes afganos, que controlan la vida en los pueblos y pueden intimidar a sus habitantes, informa 'The New York Times'.
Pero los soldados estadounidenses que se encuentran en el país para entrenar a las milicias locales y la policía para que sean capaces de combatir a los talibanes tienen la instrucción especial de no impedir estos abusos, ya que es importante mantener buenas relaciones con los afganos. No obstante, no todos los militares estadounidenses pueden tolerarlo.
"La razón por la que estábamos allí era porque los talibanes habían hecho cosas terribles, privaban a la gente de sus derechos humanos", explica Dan Quinn, excapitán de las Fuerzas Especiales.
Quinn golpeó a un comandante de la milicia afgana por mantener a un chico encadenado a su cama como esclavo sexual.
"Pero estábamos poniendo en el poder a personas que hacía cosas peores que las que hicieron los talibanes. Eso es lo que me explicaron los ancianos del pueblo", dice Quinn.
Por su intento de defender al adolescente, Quinn fue retirado del mando y tuvo que abandonar Afganistán. Esto le hizo abandonar la carrera militar.
"En general, las denuncias de abusos sexuales de niños por parte del personal militar o policial afgano sería una cuestión del derecho penal nacional. Se hace una excepción cuando la violación se utiliza como arma de guerra", explicó la actitud de EE.UU. ante el problema el coronel Brian Tribus, portavoz del mando estadounidense en Afganistán.
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